«Soy católica y siempre me ha llamado la atención que en las películas se refleja la religión católica con total el desconocimiento», dice la directora Jimina Sabadú. «Me he encontrado con actores que no saben cómo se hace la señal de la cruz»
«¿Cómo le explicas esto a un niño?». Es la pregunta que se hizo Jimina Sabadú durante el rodaje de Anatema, su primera película como directora. La escena: Un chaval de 10 años está haciendo la comunión y vomita la hostia. «Tenía diez minutos y era: ‘Verás. La hostia consagrada es la carne de Jesús, pero no es carne de verdad, pero es la transustanciación», recuerda la cineasta, que optó por una versión más clara y directa: «Digo: ‘Bueno, es lo peor que puedes hacer en tu vida».
La religión católica es un elemento central de Anatema, filme de The Fear Collection -el sello de Pokeepsie Films, productora de Álex de la Iglesia y Carolina Bang, junto a Amazon y Sony Pictures– que llega a los cines el 8 de noviembre y está protagonizado por Leonor Watling y Pablo Derqui.
Juana Rabadán es una arquitecta y una monja a la que el arzobispado encarga la misión de estudiar las catacumbas que hay debajo de una de las iglesias más antiguas de Madrid, un lugar alrededor del que se están produciendo sucesos inexplicables. Derqui es el padre Ángel, el sobrino del arzobispo Rocco y quien trabajará mano a mano con Juana para descubrir si debajo de ese templo se encuentra el sello de San Simeón, algo que, cuenta la leyenda, colocó el propio santo para poner freno a un mal mayor.
«Era un poco una película medio de aventuras, medio de exploradores, con curas y monjas», dice Sabadú sobre Anatema, que tiene su origen en un guion que escribió Elio Quiroga y al que la directora añadió algunas cosas. «Respeté todo lo que pude y casi al 100% la trama que había hecho Elio», afirma. Además de algunas investigaciones sobre Madrid, a Sabadú le inspiró el libro de cuentos La calavera de Atahualpa de Emilio Carrere. La parte de la religión ya venía del libreto de Quiroga. «A mí ese tema me gusta mucho», dice la directora.
Como añade:
Soy católica y siempre me ha llamado la atención que en las películas se refleja la religión católica con total desconocimiento
En Anatema, Sabadú tuvo asesoramiento para que todo fuera como debía ser como, por ejemplo, las sotanas que llevan los curas durante una comunión. También para retratar los diferentes carismas dentro de la Iglesia Católica. «Los he intentado reflejar», indica. «El que menos simpatía me produce, por supuesto, es el arzobispo, la gente que está en la Iglesia para hacer carrera, lo que llamamos en nuestro mundo un trepa. Pues también los hay en la Iglesia».
La monja arquitecta
De todos los actores de Anatema, el que más se preparó para dar vida a un cura fue Jaime Ordóñez, que interpreta al padre Cuiña. «Hizo el trabajo más espectacular que he visto nunca, y más largo y extenuante de documentación que he visto en mi puñetera vida. Jaime puede hacerte ahora mismo un exorcismo. No está autorizado, pero puede hacerlo«, revela Sabadú.
«Daba por sentado que todo el mundo ha nacido con mi mismo contexto y me he encontrado con actores que no saben cómo se hace la señal de la cruz», indica la directora.
Como afirma:
Creo que es cultura general, no tienes que ser budista para saber quién era Buda. Y he visto que falta mucho de eso, cosa que me ha sorprendido y que ha sido error mío por no pensarlo antes, por dar por sentado cosas
«Yo estuve un mes y medio viviendo en un convento», bromea Watling sobre cómo se preparó para dar vida a Juana. «Jo, me encantaría alguna vez hacer eso de verdad». Su personaje es monja, sí, pero esa no es su primera vocación. Ante todo, es arquitecta. Algo parecido ocurre con Derqui y su padre Ángel. «Tampoco hace mucho que está allí en la iglesia y es alguien que se ha dedicado más a trabajar con niños con problemas, alguien más dentro de los servicios sociales, tiene una vocación de ese tipo y no tanto eclesiástica«.
La originalidad es una palabra que sale en numerosas ocasiones de boca de Watling y Derqui cuando hablan de Sabadú como directora. «Es superoriginal. Yo tengo muchas ganas de ver qué más va a hacer porque esta película, realmente, era muy difícil para cualquier director. Esta película era un… iba a decir un marrón. No. Era un reto», explica la actriz. «No es un proyecto personal de Jimina. Me da mucha curiosidad ver qué va a hacer porque es superoriginal. Yo no sé, nunca sé cómo va a venir vestida, ni qué va a decir. Es superfascinante». «Tiene un imaginario muy particular, muy rico, muy original, muy diferente», añade su compañero de reparto.
El reto de la primera película
«Es muy difícil innovar en terror y una cosa es lo que tú quieres hacer y otra cosa lo que puedes hacer», afirma Sabadú. Anatema ha sido un proyecto con un rodaje muy corto: 27 días y una cámara. La directora, que ve mucho terror, ha querido evitar algo que no soporta ver repetido en el género: «Huir, sobre todo, del color azul, de la paleta azul, que la odio», dice. «¿Por qué todas las películas son azules de terror?».
Lo que también ha sido muy difícil es enfrentarse a la realidad del trabajo de directora. «Yo pensaba que te lo hacían todo y que tú te preocupabas de dirigir y no, tu reto es templar gaitas, que no te tomen por el pito del sereno y que tampoco digan que estás loca», cuenta. «Eso ha sido lo más difícil. Si pudiera volver atrás en el tiempo, pediría un megáfono. Todos los días megáfono. Imprescindible. De repente, ves que hay una parte del trabajo que es como casi de político, y eso no lo esperaba. Yo pensaba que era dirigir. Pues no. Tu trabajo no es dirigir, es otra cosa».