Una joya bélica nominada a cuatro premios Oscar que recuerda con especial cariño por el reto que supuso
Clint Eastwood es una de las leyendas vivas de Hollywood y, a sus 94 años, está cerca de estrenar su nueva película como director Juror #2, un drama judicial cuyo estreno está previsto para el próximo mes de noviembre en Estados Unidos. Desde hace tiempo más interesado en su faceta como director más que la de actor, la última vez que Eastwood actuó para una película que no era suya fue en 2012 en Golpe de efecto. Sin embargo, es bien sabido que comenzó su andadura como intérprete, consiguiendo fama mundial por personajes como el de El hombre sin nombre de la Trilogía del Dólar de Sergio Leone o el mítico Harry, el sucio.
La primera vez que Clint Eastwood se puso al mando de una película fue en 1971 con Escalofrío en la noche, y 20 años y 16 películas después, en 1992 ganó su primer Oscar a Mejor director y con la magistral Sin perdón, que también ganó en la categoría de Mejor película. No sería la primera vez que obtendría ese reconocimiento, que repitió con Million Dollar Baby.
A lo largo de sus 50 años como cineasta, Eastwood ha dirigido una larga lista de películas que le han consagrado como uno de los mejores de nuestro tiempo, como Mystic River, Infierno de Cobardes, El fuera de la ley, Los puentes de Madison o Gran Torino, por citar algunas.
Sin embargo, cuando se le pregunta la película por la que se siente mas orgulloso, Eastwood no duda en elegir una de las películas que es una de las menos recordadas de su carrera, aunque obtuvo grandes elogios por parte de la crítica y fue nominada a cuatro Oscars: Cartas desde Iwo Jima (2006).
«Una que fue una apuesta verdaderamente arriesgada fue cuando estaba trabajando en la película Banderas de nuestros padres y tuve la idea de Cartas desde Iwo Jima. Pensé ‘Eso va a ser muy duro de hacer porque va a ser duro encontrar mucha información», explicó Eastwood en 2019 en una entrevista a NHK Japan. «Así que me fui a Japón y hablé con el gobernador de la prefectura a cargo de Iwo Jima y le dije que iba a ser una historia contada desde el punto de vista japonés. Y creo que hay muchísimos parientes y personas que quedaron de esa época a quienes les encantaría imaginar cómo debe ser estar en esa situación».
«Me dijo: ‘Todo lo que tienes que hacer es ir a la Asociación de Iwo Jima, que es un grupo de personas, parientes de personas que murieron allí’. Y yo dije: ‘Creo que es muy importante que la próxima generación lo sepa’. Tuve la suerte de encontrar una guionista aquí en Estados Unidos. Era de ascendencia japonesa, pero no hablaba realmente el idioma. Había nacido en Estados Unidos. Pero investigó muy bien y se puso a trabajar en ello y elaboró un guion realmente bueno», explica Eastwood en referencia a Iris Yamashita.
Fue una gran satisfacción porque sigo pensando que es una de las mejores películas que he hecho
En el marco del final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, los ejércitos de Estados Unidos y Japón se enfrentan en la isla de Iwo Jima, en el Pacífico. Un territorio que tiene sólo 21 kilómetros cuadrados y se encuentra a unos 1.000 kilómetros al sur de Tokio en el que los soldados japoneses que han sido enviados allí sospechan que la defensa de la isla es una misión suicida. Entre ellos se encuentran Saigo (Kazunari Ninomiya), un joven panadero que desea desesperadamente sobrevivir, el barón Nishi (Tsuyoshi Ihara), jinete victorioso en los últimos Juegos Olímpicos, el idealista Shimizu (Ryo Kase) y el soldado convencido Ito (Shidou Nakamura). El mando supremo en la isla es el teniente general Tadamichi Kurubayashi (Ken Wantabe). Un gran estratega que conoce muy bien la estrategia de guerra estadounidense, pero que solo puede retrasar la inevitable derrota.
Nominada a cuatro premios Oscar y ganadora a Mejor edición de sonido, Cartas desde Iwo Jima no es la película más famosa de Eastwood, pero definitivamente sí es una joya bélica que se merece la forma en que la recuerda su director.
«Clint Eastwood decidió contar la misma historia desde dos miradas. La norteamericana, en Banderas de nuestros padres, y la japonesa, en Cartas desde Iwo Jima. A pesar de conformar un díptico en el que cada parte es independiente aunque complementaria de la otra, lo cierto es que, curiosamente, Cartas de Iwo Jima se encuentra por encima de Banderas de nuestros padres», reza la crítica de 4 estrellas firmada por Israel Paredes para SensaCine. «El cine bélico norteamericano es posible que debiera a la Segunda Guerra Mundial una película como esta en la que el soldado japonés es observado no como el otro sino como un sujeto con voz propia, aunque esta sea dada por un norteamericano. Una película excelsa en su construcción visual y que busca una narración más emocional que prosaica».