Aunque parece una cosa de ahora, lo cierto es que los primeros huesos de dinosaurios aparecieron, fosilizados, a inicios del siglo XVII. Y los científicos de la época no entendían absolutamente nada: creían que era un elefante de la era romana o quizá un humano gigante. Tuvo que venir William Buckland, un geólogo de la universidad de Oxford, para tener el nombre «dinosaurio». ¿Y cuál fue el primero en tener su propio nombre? Pues, por supuesto, el megalosaurus. Pero claro, por aquella época bastante trabajo era poner unos cuantos huesos juntos, como para soñar con hacer un parque repleto de aquellas criaturas, ¿no?
Spielberg y la realidad
Desde que se estrenó Parque Jurásico, gran parte de la comunidad científica se ha volcado en hacer exactamente eso contra lo que nos advertía la película: resucitar a los dinosaurios de la extinción. De hecho, parte de los directivos de Neuralink, la empresa de Elon Musk, han afirmado que si quisieran podrían hacerlo sin mucho problema. Por suerte, dado el coste absurdo que costaría hacer algo así, parece que permanecerá en la hipótesis durante mucho tiempo más.
Sin embargo, en caso de hacerse, puede que no fuera lo que creemos, porque, al fin y al cabo, los dinosaurios no eran tal y como los describió Steven Spielberg. Sabemos ahora que tenían plumas, que su tamaño era menor del esperado, que hacían sonidos de gallina… Bueno, sí, todos tenemos en mente el rugido espectacular del T-Rex, pero un parque jurásico en la vida real sería muy distinto, tal y como nos ha mostrado Coolio Art.
Con la séptima cinta de la saga a punto de estrenarse, ¿es quizá el momento de volcarnos en que las criaturas que nos muestren sean fieles a la realidad, aunque no nos impongan demasiado? Probablemente, viendo este vídeo, no es la mejor de las ideas.