Es, probablemente, la película que más se ha repetido en televisión en España, y siempre funciona bien en audiencia. Pretty Woman es un clásico de la comedia romántica en la que no muchos se pararon a pensar en su lado oscuro (porque, si no, no puede disfrutarse, claro). Pero lo cierto es que su guionista original, J. F. Lawton, tenía un concepto muy diferente de ella: se llamaba 3000 y era un drama sobre la prostitución en los años 80, en el que ella, durante una semana, tenía que dejar la cocaína para cobrar el dinero acordado. ¡Humor y diversión para toda la familia!
Qué hambre, ¿no?
Sin embargo, cuando el guion llegó a las manos de Jeffrey Katzenberg, decidió quitar todo ese drama y convertirla en una comedia romántica para mayores de 18 años. Funcionó tanto que a día de hoy sigue siendo la película de género que más entradas ha vendido en toda la historia del cine (algo más de 42 millones): nada mal teniendo en cuenta que costó 14 millones. Eso sí, ese presupuesto, que para la época era medio, no puedo evitar que cometieran más de un error garrafal.
El más conocido tiene lugar en la escena del desayuno, donde el personaje de Julia Roberts aparece comiendo un croissant, pero, tras un breve cambio de plano, entre las manos tiene una tortita. Un fallo de raccord obvio, aunque hay quien ha dicho que, simplemente, entre planos, el personaje dejó uno para coger otro. Sin embargo, el contraplano dura demasiado poco como para justificar que la tortita esté ya mordida. Un fallo de montaje épico que pasó a la historia inmediatamente.
La Academia de Hollywood parece que no lo vio, porque Julia Roberts acabó nominada a mejor actriz, repitiendo su hito del año anterior, donde estuvo en la ceremonia por Magnolias de acero. Finalmente, lo ganaría una década después por Erin Brockovich, entrando, de una vez por todas y de manera más que merecida, en el panteón de Hollywood. Con o sin croissant.