No, no es que una fuera ‘Sin perdón’ y la otra ‘Nódrep nis’.
Aunque parezca extraño a día de hoy, la primera película en la que apareció Clint Eastwood no fue un western, sino una cutrez de serie B titulada El regreso del monstruo, la secuela de La mujer y el monstruo por la que ni siquiera estuvo acreditado. Su papel era de un simple técnico de laboratorio que pasó desapercibido para todo el mundo, pero tenía alguna línea de diálogo, suficiente para meter la patita en Hollywood. Poco esperaba que 70 años después estaría dirigiendo su última película, Jurado Número 2. Una vida en fotogramas que, desde luego, vale la pena atesorar.
Alégrame el día
Aunque ahora es conocido por dirigir obras maestras como Million Dollar Baby o Gran Torino, lo cierto es que en su día consiguió fama mundial como el rey de los westerns, el Hombre Sin Nombre de la Trilogía del Dólar. Fue después cuando demostró que podía hacer mucho, muchísimo más. Entre otras cosas, deconstruir para siempre el género que le dio la fama.
Sin perdón es una obra maestra sin parangón que en 1992 contaba la historia de un hombre que era respetado en el pueblo pero que, como su nombre indica, no encontraba redención y volvía a sus costumbres de forajido. Este fue su último trabajo dentro del género, pero lo que no todo el mundo sabe es que es una versión de otro personaje suyo, el de El fuera de la ley, que también dirigió, y en la que un buen hombre empieza una venganza tras la muerte de su familia hasta que hace las paces con su pasado y se convierte en un pilar de la comunidad.
Ambos personajes parecen hablar desde corrientes paralelas, siendo, prácticamente, perfectos contrarios. Un ejercicio narrativo nada desdeñable para un actor y director que se ha reinventado en innumerables ocasiones y que nos ha dado cientos de frases y momentos para el recuerdo. Y por muchos años más (esperemos).