Cuando Chris Sanders por fin se pudo poner a trabajar en Lilo y Stitch, 12 años después de haber tenido la idea inicial y de haber hecho los primeros diseños, recibió un ánimo un tanto extraño del entonces director de Disney, Thomas Schumacher: «Haz el Dumbo de nuestra generación». Así, sin presiones. De hecho, cuando le hizo el pitch de ventas, fue en el sitio más extraño para hacerlo: en medio de un karaoke. Solo así se explica que una película tan extraña como esta saliera a la luz, y lo hizo con una sola condición: tenía que parecer que el propio Sanders la había dibujado entera a mano.
Ohana significa «censura»
Lilo y Stitch tuvo un presupuesto muy moderado. Tanto, que ni siquiera se llegaron a plantear hacer la animación por ordenador o, siquiera, poner bolsillos y detalles en la ropa de los personajes que hubiera que animar después. ¡De hecho, prácticamente no pudieron poner sombras en los personajes y la mayor parte de las escenas sucedían en interiores para evitarlas! Al final, la película costó 80 millones de dólares, pero recaudó 273, demostrando ser una de las películas más taquilleras de un momento muy bajo en Disney, entre Atlantis, El planeta del tesoro o Hermano oso.
Sin embargo, el éxito de Lilo y Stitch no evitó que tuviera cierta censura: en la versión de Reino Unido, la escena en la que Lilo se esconde en un secador de ropa se redibujó para que, en su lugar, se escondiese tras una caja de pizza. ¿El motivo? Tratar de evitar que los niños entraran en lavadoras y secadoras y, así, que no hubiera accidentes. Esta es la edición, curiosamente, que ha acabado en Disney+ internacionalmente, por cierto. Por si acaso.

Disney
Aunque muchos perdieron la pista a Stitch hasta la llegada del remake este mismo, lo cierto es que la saga continuó con tres series de televisión (la última, dedicada al mercado chino, de 2017), tres secuelas y dos especiales televisivos donde el personaje deja a Lilo y se embarca en nuevas aventuras en solitario. Se ve que se olvidó de lo que significaba «Ohana».