Estuvieron a punto de coprotagonizar juntos ‘El Padrino’ y acabaron viviendo puerta con puerta en Los Angeles
Protagonista de más de 50 películas y ganador de dos premios Oscar a lo largo de su carrera, Marlon Brando se hizo mundialmente famoso en los años 50 y, durante mucho tiempo, su innegable talento le convirtió en una de las más grandes estrellas de Hollywood de la historia. Deseado por cineastas y productores y profundamente admirado por sus compañeros de profesión, la trayectoria profesional de Brando, sin embargo, también tuvo sus altibajos, y, en los últimos años, su vida estuvo marcada por una tragedia familiar que le afectó mucho y sus problemas de salud.
Primero actor de teatro, el debut de Brando en pantalla grande fue en en 1950, en la película Hombres, en la que, con su interpretación de un veterano de guerra, logró cautivar tanto a los espectadores como a la crítica. Solo un año después, en 1951 sería nominado al Oscar por primera vez con su segunda película, Un tranvía llamado deseo, y la misma dinámica se mantendría durante los tres años siguientes. Brando era un actor diferente y con mucho talento y volvieron a nominarle con ¡Viva Zapata! (1952), Julio César (1953) y La ley del silencio (1954), siendo esta película con la que finalmente lo ganaría.
La carrera de Brando parecía imparable y sus papeles y trayectoria influyeron a otros actores de Hollywood que estaban empezando, pero a lo largo de los años 60 su éxito empezó a decaer al mismo tiempo que se iba alejando de su imagen de galán de Hollywood. Asimismo, se generado en torno a él la mala fama de que no era una persona con la que fuera fácil trabajar y su vida personal tampoco era especialmente feliz, por lo que se autoexilió a Tahití y se alejó de la industria. A principio de la 70, afortunadamente, Marlon Brando experimentó un resurgir. que, como habrás adivinado, estuvo completamente ligado a su papel de Don Vito Corleone en El Padrino, por la que ganaría su segundo Oscar. También por su interpretación en El último tango en París, de Bertulucci, aunque en ese papel quedaría manchado para siempre por el terrible testimonio de Maria Schneider sobre lo que el actor y el director le habían hecho en el set.
Coincidiendo con su regreso a la primera línea, Marlon Brando conoció a una joven estrella en pleno ascenso con la que estuvo a punto de trabajar en El Padrino pero que rechazó el papel de Michael Corleone porque consideró que no le correspondía a él interpretar ese papel. Un entonces joven actor de gran talento llamado Jack Nicholson que no se convirtió en su coprotagonista, pero sí en su vecino en Los Angeles.
Según recuerda la revista Far Out Magazine, las casas de ambos actores estaban tan cerca que compartían la puerta, y Nicholson contaría que Brando no estaba especialmente contento con la idea. ¿La razón? Que su joven vecino consumía drogas varias por aquel entonces, como cocaína, marihuana y LSD y le gustaba mucho desfasar en las fiestas.
«Al principio, me consideró una amenaza para su casa», admitió Nicholson en una ocasión a The Bulletin. «Estaba totalmente en contra de las drogas y pensaba que yo era un delincuente».
Mientras, Nicholson, adoraba por completo al Brando, que era todo un ídolo para él y el tipo de actor que él quería ser en la vida. «Cuando era niño en Nueva Jersey, uno de mis trabajos de verano era como subdirector de un cine local», declaró Nicholson en una ocasión a la revista Rolling Stone. «Debí de ver todas las sesiones de La ley del deseo, dos veces cada noche. No podías apartar la vista de él. Era fascinante».
Sin embargo, a pesar de las diferencias iniciales y de la brecha generacional, los dos actores acabaron entablando una buena relación que se extendió hasta la muerte de Marlon Brando en 2004. «Descubrí que no era ni de lejos tan solitario ni tan serio como la gente pensaba. Hablábamos en la entrada como cualquier otro vecino».