La actriz, productora y empresaria no consiguió levantar su imperio de la noche a la mañana y tuvo momentos en los que estuvo a punto de perderlo todo
Junto a Margot Robbie, Reese Witherspoon es una de las mujeres de la industria del cine a la que más admiro, ya que no solo se dedica a la interpretación, sino que como sucede con la primera, también es empresaria y tiene su propia productora. Ambas artistas se centran además en proyectos hechos por mujeres o que giran en torno a historias femeninas y a sus narrativas, por lo que el mérito me parece mayor aún.
Con su compañía, Hello Sunshine, la protagonista de Una rubia muy legal ha llevado a cabo desde 2016 títulos como Big Little Lies, Little Fires Everywhere, The Last Thing He Told Me, Daisy Jones And The Six o The Morning Show entre otros.
Sin embargo, antes de que todo esto llegase, la actriz se embarcó en la producción de obras tan notables como Wild o Gone Girl, lo que la llevó a fundar su empresa. Y a pesar de que tenía en su haber proyectos que habían generado en taquilla ingresos por valor de 600 millones de dólares, hubo un punto en el que Witherspoon ni siquiera se podía permitir tener encendidas las luces de las oficinas de Hello Sunshine. O eso al menos ha confesado en el evento Shine Away, organizado por ella misma para reivindicar todo eso por lo que trabaja.
El tema salió a relucir, como recoge la revista People, en una de las mesas redondas de la jornada en la que compartía protagonismo con las actrices Octavia Spencer y Laura Dern, dos asiduas en sus producciones. «Tenía cuatro empleados y ni siquiera podía mantener las luces encendidas. Recuerdo recibir una llamada de mi contable en la que me comentó que no era suficiente con Gone Girl, Wild y Big Little Lies para continuar con mi equipo en plantilla», aclaró la artista junto a sus compañeras. «Yo estaba en modo, ‘a ver, hay algo que estoy haciendo mal’. Y fue entonces cuando tuve ese momento de lucidez en el que caí en que necesitaba ayuda porque ni siquiera tenía un plan de negocio trazado».
La actriz comentó en la charla que fue ahí cuando tomó conciencia de que simplemente había cosas para las que necesitaría pedir ayuda, pero también de que era superimportante que tuviera claro que habría cosas que se le darían bien y otras que no.
Fue entonces cuando entró por la puerta de Hello Sunshine la que más tarde sería su CEO, Sarah Harden para ponerlo todo en orden. «Os aseguro que le preguntaba a Sarah las cosas más absurdas que os podáis imaginar. No sé qué se iría pensando a casa sobre mí, pero creo que esa vulnerabilidad fue la que nos ha llevado al éxito».
Qué maravilla ver a una mujer reconociendo sus errores y sus aciertos y sabiendo que ser vulnerable no tiene que ser algo negativo. Qué maravilla ver a una mujer.