En 1992, un furioso holandés, Paul Verhoeven, dinamitó Hollywood con uno de los mejores thrillers de todos los tiempos
Paul Verhoeven es el director detrás de uno de los thrillers más sensuales de todos los tiempos: Instinto básico. Protagonizada por Michael Douglas y Sharon Stone, la cinta tuvo un inmenso éxito comercial, ya que llegó a los 352 millones de dólares en todo el mundo y se convirtió en la cuarta película más taquillera de 1992.
En cuanto a las críticas, la acogida estuvo repartida entre quienes la consideran una copia mala del trabajo de Alfred Hitchcock y quienes creen que es efectiva en su propuesta. De entre todos ellos, Stone es una de las que más halagos recibe y, precisamente, ella no guarda un buen recuerdo de su experiencia en el rodaje.
Cuando Stone trabajó en el ‘thriller’ tenía 34 años y se convirtió en un auténtico icono gracias al papel de la psicópata Catherine Tramell. Gran parte de la fama se debe a la internacionalmente famosa secuencia del cruce de piernas, lo que fue un foco de conflicto entre ella y el director.
«Cuando rodamos la escena, llevaba bragas blancas. El director Paul Verhoeven dijo que se reflejaba en la iluminación, por lo que se podía ver que llevaba algo puesto», desvela la intérprete en el documental Basic Instinct, Sex, Death & Stone, «entonces necesitaba que me lo quitara, diciéndome que estaría velado por una sombra, oculto, que no veríamos nada. Hice una prueba, miré el monitor y no podíamos ver nada». Tomé mi tanga, se la metí en el bolsillo de la camisa y le dije: ‘Confío en ti».
Como es bien sabido, Verhoeven engañó a la intérprete, ya que ahí debajo no ocultó nada de nada. Cuando la actriz descubrió la película terminada antes de ir al Festival de Cine de Cannes, se sorprendió.
Me di cuenta de que había media toma en la que se podía empezar a ver el vello púbico. No se podía ver nada más, pero estaba la idea de que se podía ver, y esta idea es muy poderosa, porque nunca habíamos visto nada así en una película de estudio
Tenía toda la razón porque el misticismo en torno a ese movimiento es más grande que la película misma. Tras ser testigo del montaje final de la cinta, la actriz se sintió profundamente traicionada y reaccionó al instante. «Cuando vi las imágenes me sentí traicionada, me levanté y lo abofeteé. Lo que me sorprendió fue su traición. Si yo hubiera estado en el lugar del director, seguramente habría conservado esta escena, pero Paul debería haberme advertido que era una falta de respeto», confiesa.
«El hecho de que no me lo dijeran me dolió porque estuve de acuerdo con todo lo que me pidió y él no me respetó», continúa Stone y señala al machismo como parte de la culpa. «Si hubiera estado Michael Douglas en mi lugar y hubiésemos podido vislumbrar su pene, le habría avisado… ¡o Michael le habría puesto la mano en la cara!», reflexiona.
El artículo original ha aparecido en nuestra web hermana AlloCine.