Entre la mordaz ironía y la pura tragedia, «¡Agáchate, maldito!» es una pura obra maestra
La trilogía del dólar es una de las mayores obras del western. Sin embargo, Sergio Leone creó otras películas que nada tienen a Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el malo y el feo. Seis años después de cerrar la trilogía, el aclamado cineasta estrenó ¡Agáchate, maldito! Con un espíritu muy picaresco, pero sin las líneas de culto de sus anteriores trabajos, este filme cautivó -y sigue cautivando- a los espectadores.
¡Agáchate, maldito! está impregnada de un drama poderoso e incluso conmovedor, acunado por una sublime partitura de Ennio Morricone. James Coburn está extraordinario en su papel de Sean Mallory, un revolucionario irlandés especializado en explosivos, obligado a huir de su país y a aliarse involuntariamente con Juan Miranda (Rod Steiger), un ladrón de diligencias en un México sumido en la guerra civil.
Entre la ironía mordaz y la tragedia pura, el tono de la película puede parecer desconcertante. Sin embargo, se mantiene brillantemente en un equilibrio que en muchos aspectos sería precario para muchos cineastas. Pero no con un genio como Leone a los mandos. Es difícil imaginar cómo habría sido la película en manos de Peter Bogdanovich, quien en un principio era el seleccionado para dirigirla. Tras varias idas y venidas, el estudio dejó una cosa clara: no se rodaría si Leone no tomaba el timón.
Problemas durante el rodaje
Si bien Coburn y Leone se llevaban a la perfección, no ocurrió exactamente lo mismo con Rod Steiger, que sacaba de quicio al director hasta el punto de que un día explotó de rabia. En las Conversaciones con Sergio Leone, de Noël Simsolo, publicadas por Capricci y que recoge AlloCine, el maestro vuelve sobre este mismo episodio.
«Con él sólo hay problemas. Creía que me complacía hablándome en un italiano que parecía ruso. Me exasperaba. Quería escribir un personaje serio, completamente cerebral. Una extraña mezcla de Pancho Villa y Emiliano Zapata. ¡Con un pequeño giro! ¡Aterrador! No dejaba de explicarle que interpretaba a un simple campesino ladrón y bandido. Un perdedor. Un bastardo conmovedoramente ingenuo… No. Estaba jugando a ser Dios», explicó el director.
A pesar de estos problemas de entendimiento, Leone mantuvo la tranquilidad hasta que explotó. «Conseguí mantener la calma durante una larga semana. Mantuve la calma mientras repasaba los planos veinte veces con Steiger. El equipo estaba sorprendido por mi actitud. En rodajes anteriores, me habían visto sufrir ataques de nervios en situaciones similares», señaló.
«El incidente tuvo lugar mientras rodábamos en una montaña a cincuenta kilómetros de Almería. Estaba elaborando un plan con Coburn y Steiger intervino. Me dijo que teníamos que volver a casa inmediatamente si no queríamos excedernos en el horario de la jornada laboral. Dicho esto, le indicó a Coburn que lo siguiera», comentó Leone, quien acabó estallando.
Si quiero rodar durante veinticuatro horas seguidas, lo haré. Y no me importa si te llamas Rod Steiger y ganaste un Oscar por error. Porque eres un pedazo de mierda. Mañana te reemplazo porque eres un actor de mierda
En los días siguientes, la tensión entre ambos era palpable. Tanto que Leone ya ni siquiera hablaba directamente con Steiger, sino que recurría a los servicios de su ayudante. «Tenía una actitud muy dura. No hablaba con él directamente. El ayudante hacía de relevo. Le decía: ‘Ve a buscar esa bolsa de excrementos que está en su caravana. Dile lo que quiero que haga delante de esta cámara», explicó el director.
¿Y que pasaba cuando Steiger no hacía bien su trabajo? «Cortemos. Dile a este tipo que su trabajo no es bueno. Le mostraré lo que quiero que haga. Y quiero que lo haga sin mover las orejas ni agitar la nariz. ¡Quiero que lo haga normalmente! ¡Normal! Como si nunca hubiera sabido actuar», decía el directo. Sin embargo, todo cambio tras las disculpas de Steiger a Leone.
4,5/5 estrellas: el western que puso patas arriba el género con su crudo y salvaje final
«A partir de esta conversación, todo se transformó. Se volvió tan dócil como un niño de ocho años. Sin embargo, se preguntó por qué le hice repetir sus planes unas treinta veces, cuando yo me contentaba con una o dos tomas de Coburn. Después de veinte en cinco tomas, Steiger estaba demasiado cansado para sacar a relucir sus trucos de actor», sentenció.