¿Qué se le pasaba por la cabeza al por aquel entonces marido de Katie Holmes para ‘engorilarse’ de aquel modo en prime time?

A todos nos emociona enamorarnos y tener pareja. Sobre todo especialmente emocionante es la primera etapa, cuando se te abre por delante un mundo entero por descubrir y todos sus defectos te parecen ‘cosillas tiernas y adorables’. No voy yo aquí a hablar ahora de los efectos secundarios de enamorarse, de cómo se nos acelera el corazón cuando vemos a esa persona, ni de las consabidas mariposas en el estómago, que, en ocasiones, hacen el camino inverso y acaban convirtiéndose en capullos, revelándose como los verdaderos gusanos que eran.
Perdón.
Todos tenemos derecho a enamorarnos y a expresar nuestro amor libremente, eso está claro. Además, cuando el amor nos llega cuando tenemos quince años, o una edad aproximada, nos volvemos aún más majaras, si ya de por sí esa edad del pavo no nos afectara demasiado. Podemos incluso ponernos a saltar como dementes en mitad de un programa de audiencia millonaria en un país que aprecia el espectáculo por encima de todas las cosas.
Bueno, quizás a un adolescente español esto jamás le fuese a pasar, pero es, justamente, lo que le ocurrió a una estrella de cine en 2005. Tom Cruise, amigo de las escenas de riesgo y enemigo de las personas altas, fue al programa de la reina de la TV americana Oprah Winfrey para promocionar La guerra de los mundos y, de paso, proclamar a los cuatro vientos que estaba enamoradísimo de Katie Holmes. Y no le culpo, la muchacha era monísima.
Cruise estaba desatadísimo. Se arrodillaba frente a la presentadora, saltaba en el sofá. «Nunca te habíamos visto comportarte así antes» exclamaba atónita Winfrey; «Lo sé», respondía muy seguro de sí mismo Cruise para, acto seguido, de un salto encaramarse en el sofá, ante los vítores desenfrenados del público que asistía al programa.
Un error de la publicista
Se ha hablado mucho sobre la razón que hay detrás de este comportamiento tan inesperado y, es verdad, Tom estaba locamente enamorado, pero no es la única razón.
Como recogen en Vanity Fair, Tom trabajaba junto a la publicista Pat Kingsley, reina de Hollywood. Junto a ella denunció a cualquier medio que sugiriese que era homosexual, que vivía atrapado en una secta o que era estéril. Ganó los juicios y donó la compensación económica a causas benéficas. En 2003, cuando Tom Cruise se asoció con la Cienciología y empezó a decir que le estaba ayudando -incluso que le había curado la dislexia-, Pat le pidió que se relajara y Cruise la despidió. Ocupó su lugar Lee Anne De Vette, la hermana de Cruise.
Ya en 2005, dos semanas antes del famoso programa de Oprah, People publicó un tema con el titular «Tom Cruise y Katie Holmes: ¿amor verdadero o montaje promocional?». Esa locura destada de Tom sobre el sofá de la presentadora fue un intento de su nueva publicista de presentarle como un héroe romántico, pero se les fue de las manos.
Probablemente ni Tom sabía lo que iba a suceder en ese plató, pero lo que sin duda no esperaba era que una plataforma llamada YouTube, desconocida en esa época, cogiera esa hora de entrevista y la condensara en pequeños vídeos de minutos que se viralizaron rápidamente.