La primera película en un idioma diferente al inglés que recaudó 100 millones de dólares en Estados Unidos
Hay películas que tienen la cualidad de cambiar la industria del cine para siempre. Y de manera accidental en la mayoría de los casos. El éxito de Tigre y dragón pilló a todo el mundo desprevenido y es que nadie se esperaba que un wuxia -clásico género de la ficción china centrado en las aventuras de un artista marcial- reventara la taquilla tan a lo grande.
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Con un presupuesto de 15 millones de dólares y rodada exclusivamente en chino mandarín, la película tuvo un éxito excepcional en Estados Unidos, donde recaudó 128 millones. A nivel internacional, si sumamos todos los mercados, alcanzó los 213 millones de dólares. Una cifra desorbitante para un género que no era el más popular de la época.
Tigre y dragón explora la vida de dos experimentados artistas marciales: Li Mu Bai (Chow Yun-Fat) y Yu Shu Lien (Michelle Yeoh). Son dos de esos legendarios expertos que tienen una facilidad sobrehumana para saltar a los tejados o correr sobre el agua. La trama comienza cuando la legendaria Jian, una espada conocida como El Destino Verde, es robada. Los dos maestros -que están enamorados- se embarcan en un viaje para recuperarla.
Dirigida por Ang Lee, la película tuvo un impacto inesperado y se convirtió en la primera película que no estaba en inglés en superar los 100 millones de dólares en Estados Unidos. Sus escenas de lucha fueron clave en su éxito, ya que, hasta el momento, no habíamos visto coreografías de acción tan bonitas como las que consiguió Lee y el equipo liderado por Yuen Wo-Ping, experto en este tipo de escenas y quien después participó en Matrix.

Columbia TriStar
Las escenas de lucha en la película se suceden entre diálogos con total naturalidad, complementando a la historia con un extra de acción y belleza. Hay una escena en particular en la que los protagonistas luchan aferrados a las copas de los árboles y, aunque pueda parecer un efecto hecho por ordenador, los actores realmente estaban a 12 metros de altura agarrándose a las ramas. «Quizás un poco de trabajo de dobles, pero la mayor parte del tiempo se les ven las caras. Son ellos en los árboles», le dijo Lee al mítico crítico Roger Ebert.
Este tipo de coreografías abrieron los ojos a muchos occidentales y les enseñó que era posible disfrutar de las artes marciales. De repente, el cine internacional tenía propuestas muy interesantes y el público respondió abriéndose en masa. Claro que tenía truco: la cinta se diseñó para alcanzar a los occidentales, puesto que el público nacional ya estaba más que acostumbrado a los wuxia. Es más, solo Zhang Ziyi hablaba chino con acento mandarín como quería el director, el resto -taiwaneses, cantoneses y hasta malayos- tuvieron que hacer un esfuerzo para poner algo de cordura.