En un principio, James Cameron no tenía mucho interés en continuar con la historia de Terminator, pero la película fue tal éxito y Arnold Schwarzenegger insistió tanto que no le quedó otra que intentar escribir algo, a ver qué salía. El director solo tuvo entre seis y ocho semanas para escribir el guion junto a William Wisher. El único error que cometieron fue… no tener en cuenta el presupuesto. Luego, a la hora de rodar, no les quedó otra que quitar subtramas completas y escenas como la inicial, de nueve minutos, en la que veríamos una máquina temporal en el año 2029. Todo no se puede tener, James.
Una película incendiaria
Aunque no nos lo parezca al verla, lo cierto es que Terminator 2 se tuvo que rodar a toda velocidad, sin poder saber siquiera si todos los efectos prácticos funcionarían correctamente. Si no salía bien, tocaba improvisar. El director se ganó fama de dictador, aunque realmente el problema fuera de estrés puro y duro: había que llegar a una fecha, pero no sabía cómo iba a conseguirlo. Su actitud acabó haciendo que los miembros del equipo se imprimieran una camiseta en la que ponía «No puedes asustarme. Trabajo para Jim Cameron».
Tuvo algún golpe de suerte, eso sí, como en la escena inicial que sustituía a la máquina temporal de 2029 de la que te he hablado antes. Ya sabes: esa en la que aparecen coches quemados, motocicletas dañadas y amasijos de hierros por todos los lados. Y es que no hizo falta que el equipo de efectos se dedicara a ello durante varios días. Resulta que poco antes de grabar, un guardia de seguridad enfadado con Universal Studios decidió prenderle fuego a todo lo que pilló… Y decidieron aprovechar la coincidencia.
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De hecho, la idea le vino a Cameron directamente de John Lucky, su director de arte, que un día le llamó y le dijo «Estoy sentado en medio de nuestra futura guerra». Quedó tan bien que incluso ganó el Óscar a Efectos Visuales (además de a Maquillaje, Sonido y Edición de Sonido), aunque no se atrevieron a nominarla a mejor película de 1991. Si me preguntan, esto tiene una palabra: cobardía.