Alejandro G. Calvo analiza la película de culto de David Cronenberg

David Cronenberg coescribió y dirigió La mosca en 1986. Ya en el momento de su estreno fue aclamada universalmente, pero el paso de los años no ha hecho más que resaltar sus puntos fuertes hasta que ahora, casi 40 años después, es una película de terror imprescindible y una fuente de inspiración para todo tipo de artistas, desde cineastas hasta músicos.
La mosca «vendría a ser así ya no sólo el salto de David Cronenberg al gran público sino una perfecta plasmación de sus inquietudes en, digamos, la primera parte de su carrera o, si lo preferís, en la primera mutación de su obra fílmica». Después de dedicar toda una sesión de Tarde de perros al director, Alejandro G. Calvo analiza en su nueva retro-crítica un clásico entre los clásicos.
Antes de entrar a hablar en profundidad de La mosca, Alejandro G. Calvo destaca dos aspectos importantes acerca de Cronenberg:
- «David Cronenberg es un autor total. Y el motor de su arte ha sido siempre buscar la transgresión y la transformación: a nivel moral, espiritual, sexual, orgánica y tecnológica. Y para ello siempre ha buscado trazar formas e imágenes brutales. Logrando primero, un potentísimo impacto visual, y, segundo, una reflexión no menos feroz sobre aquello que se está retratando.
- Por otro lado: es importante recalcar que Cronenberg no es un director cuya imaginería le venga de su cinefilia, sino de una excitante mezcla de ideas propias y de la extensa bibliografía que su padre, escritor, tenía en casa. Entre sus escritores de cabecera: Isaac Asimov, William S. Burroughs, Vladimir Nabokov, T. S. Eliot, entre muchos otros».

20th Century Fox
En La mosca nos encontramos con Seth Brundle, un científico brillante que ha desarollado un invento que permite la teletransportación instantánea. Ha tenido éxito transportando objetos inanimados, pero cuando se trata de tejido vivo la cosa se complica y surgen mutaciones. Sin embargo, después de transportar un babuino sin mayores problemas, se mete él mismo en la máquina sin notar que junto a él va una mosca. Emerge de la cápsula con apariencia aparentemente normal, pero pronto empieza a notar cosas extrañas.
En palabras de David Cronenberg, ‘La mosca’ “es una historia muy fuerte sobre el destino del hombre. Sobre el envejecimiento. Sobre la enfermedad. Sobre la muerte”.
Aunque también ha defendido la película como “una historia de amor que condensa, con ayuda de la premisa fantástica de la fusión molecular, una relación de cuarenta años en unas pocas semanas”. Es decir, que en lo que en la mayoría de películas de superhéroes es una bendición, aquí es una metáfora -y Cronenberg es bastante genio en el uso de metáforas- del horror de la realidad humana: que en un momento determinado de nuestras vidas todos enfermaremos y moriremos. Y no será agradable. Y como no es agradable en la vida real, tampoco lo es en su película.
Para el reparto protagonista Cronenberg escogió a Jeff Goldblum como el científico Seth Brundle y a Geena Davis como la periodista Veronica Quaife, que eran pareja romántica desde que coincidieran en el rodaje de Transilvania 6-5000 (1985). Para ambos, La mosca fue su primera gran película y poco les quedaba para convertirse en dos caras súper populares de Hollywood, principalmente, gracias a Jurassic Park (1993) -para Jeff Goldblum- y Thelma & Louise (1991), para Geena Davis.
El éxito de La mosca fue absoluto. Para ello Cronenberg, que ya había distribuido dos de sus películas a través de grandes estudios –Videodrome (1983) con Universal y La zona muerta (1983) con Paramount- consiguió que la 20th Century Fox se implicara de lleno en el lanzamiento de la película a la que pusieron un tagline magnífico: «Ten miedo. Ten mucho miedo».