Una película distópica que fue presentada en el Festival de Venecia y la candidata de Ucrania para la categoría de Mejor película internacional en los Oscar. En 2022 se cumplieron sus presagios
Los futuros distópicos son un elemento de lo más recurrente en el cine de ciencia ficción y, a menudo, cuando el futuro imaginado no es demasiado lejano, ocurre que lo alcanzamos y tenemos la oportunidad de comprobar y comparar cómo determinada película presentaba nuestro presente un tiempo atrás. Uno de los ejemplos más especiales es el de Regreso al Futuro II, que viajaba al año 2015 para presentarnos un futuro que en 1989 se antojaba aún muy lejano, pero que ahora ya hace una década que ya hemos dejado atrás. Algunos de los progresos que Robert Zemeckis y Bob Gale fantasearon se hicieron realidad, mientras que todavía tendremos que esperar para ver coches voladores, robocordones y aeropatines.
En otras ocasiones, sin embargo, el futuro planteado en una película es lo suficientemente cercano como para afinar bastante por donde van a ir los tiros, como ocurre con la película Her protagonizada por Joaquin Phoenix en 2013, que está ambientada precisamente en 2025.
De igual modo, el año 2025 también fue el elegido por una película distópica ucraniana de 2019 para situar una trama que acabó siendo absolutamente realista y premonitoria, aunque, en este caso, ojalá no lo hubiera sido.
Dirigida y escrita por el realizador ucraniano Valentyn Vasyanovych, Atlantis se trata de un drama de ciencia ficción ambientado en un 2025 en el que acaba de cumplirse un año del final de una guerra que ha enfrentado a Ucrania contra Rusia tras la invasión rusa. El conflicto bélico terminó con la victoria de Ucrania, pero el país se encuentra económica, moral y ecológicamente devastado por la guerra y es en este contexto en el que conocemos a su protagonista, Sergey, un ex-militar que sufre de trastorno de estrés postraumático y que se hace amigo de una joven voluntaria, Katya, que espera restaurar la energía pacífica.
A través de los ojos de Sergey, los espectadores veían la devastación del lugar y la nueva vida de la gente, mientras que su misión actual exhumando cadáveres junto a Katya le muestra la realidad de otro modo: están ayudando a terminar la guerra a cada una de las víctimas.
La película, presentada en 2019 en el Festival de Cine de Venecia y elegida por Ucrania para representar al país en los Oscar -aunque no fue nominada-, fue objeto de grandes elogios y tiene una puntuación perfecta de 97% en el portal de críticas Rotten Tomatoes. En 2022, el filme fue objeto de atención inevitablemente, cuando en el mes de febrero, casi tres años después, sus peores presagios se hicieron realidad con la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el comienzo de la guerra.