Virgen a los 40 nació mucho antes de que el propio Steve Carell siquiera soñara con ser una estrella de la comedia. Cuando hacía improvisación con su grupo, The Second City, el actor solía hacer un sketch en el que interpretaba a un hombre de 40 años que escondía un «gran secreto»: efectivamente, que era virgen. A Judd Apatow le pareció una idea fabulosa y ambos escribieron el guion a cuatro manos. Fue un éxito inmediato… aunque desde Universal no lo vieron así a a primera.
Para la próxima, depilación láser
De hecho, después de una semana de rodaje el estudio decidió parar el rodaje, preocupados por tres cosas. La primera, la apariencia de Andy Stitzer, el personaje interpretado por Carell, que creyeron que se parecía a un asesino en serie. La segunda, que el metraje que les habían entregado no era divertido. Y la tercera, que Apatow estaba rodando como si fuera una película indie sin darse cuenta de que le estaba costando 26 millones de dólares a Universal. Al final consiguió salirse con la suya, y de qué manera.
Una prueba de ello es una escena que ningún otro combo de directores y actores habría aceptado hacer jamás: se trata de la depilación a la cera del protagonista, en la que realmente Carell dejó que le quitaran su propio vello corporal. Nunca se la había hecho antes, así que todos los gritos que vinieron de él fueron totalmente reales, y si alguna vez os habéis fijado en que la chica que le depila parece estar a punto de reírse todo el rato… ¡Era exactamente por la realidad del asunto! Claro está, en una escena como esa, absolutamente irrepetible, tenía que aguantar la carcajada. ¿Quién dijo que el dolor no causa risa?
Para que la escena se grabara correctamente, el director puso cinco cámaras por todo el set de rodaje, y la escena se hizo sin repetir ni parar en ningún momento. Tres semanas después, Carell se quitó el resto del vello porque, total, el trabajo duro ya estaba hecho del todo.