No es una de las mejores películas de DiCaprio y se planteó mucho si quería hacerla, pero no quiso decir que no a Baz Lurhmann
No es una de las primeras películas que se nos viene a la mente cuando pensamos en la carrera de Leonardo DiCaprio, pero El gran Gatsby sí resultó ser para el entonces todavía no oscarizado intérprete un proyecto realmente especial por el gran respetado material que tenía entre manos: la adaptación cinematográfica de la famosa obra homónima de F. Scott Fitzgerald, de la mano del también reputado cineasta Baz Luhrmann.
No era la primera vez que Luhrmann y DiCaprio trabajaban juntos. Ya lo hicieron años antes en la adaptación moderna de Romeo y Julieta en 1996 y ambos tenían claro que querían repetir la experiencia con este proyecto: el actor fue la primera opción de Lurhmann para meterse en la piel de Jay Gatsby y el director una de las dos razones por las que DiCaprio no se planteó rechazar el proyecto en ningún momento.
«El solo hecho de estar en la habitación con Baz era inevitable, y para mí Gatsby es uno de los personajes más atractivos que he leído», contó DiCaprio a The Scotsman en 2013. «Es una de las novelas más queridas de todos los tiempos. Es una gran pieza de la literatura estadounidense y cada uno tiene su propia conexión personal con estos personajes y tiene su propia interpretación de Gatsby. Es intimidante entrar en un proceso en el que vas a hacer una adaptación cinematográfica de algo tan intrincado, complejo y querido en todo el mundo porque casi te estás preparando para el desastre», admitió también a Access Hollywood sobre el peso del personaje.
Para el resto de personajes que formaron parte del elenco se exploraron otras opciones, aunque en El Gran Gatsby Leonardo DiCaprio tuvo la oportunidad de compartir protagonismo con su gran amigo Tobey Maguire, que encarna en ella al otro gran protagonista de la obra de Fitzgerald: Nick Carraway, un escritor en busca del sueño americano que se muda cerca de Jay Gatsby y queda impresionado por sus fiestas y excentricidades.
Sin embargo, DiCaprio no tenía tanta sintonía como con Maguire con otro de los protagonistas de la película de Lurhmann, Joel Edgerton, que se hizo con el papel después de que Ben Affleck tuviera que rechazarlo por estar volcado con la dirección de Argo.
Aunque Leonardo DiCaprio y Joel Edgerton trabajaron bien y nunca han dicho nada negativo del trabajo del otro, surgieron rumores de que no se llevaron demasiado bien durante el rodaje cuando Edgerton explicó a Metro que había sentido tensión en la interacción, fruto de estar frente a una estrella de Hollywood y de su necesidad de querer ser aún mejor y estar a la altura.
Para mí, Tom [su personaje] es una bestia que tiene que existir en el set, y está en mí, y sale de mí, y lo disfruto. Existe una especie de fricción malsana entre Leo y yo en el set
«Es como cuando trabajé en [la obra de teatro] Un tranvía llamado deseo con Cate Blanchett. En lugar de tener miedo, pensé: ‘¿Cómo voy a dar un paso al frente?’. Te hace querer presentarte al mismo nivel», aseguró Edgerton sobre su vena competitiva.
Sin embargo, tras sus declaraciones, el actor tuvo que matizar que se llevaban bien. «Creo que eso se sacó un poco de contexto. Nos llevamos muy bien… la escena de Plaze, filmamos durante varios días y la tensión era muy alta cuando lo hicimos, pero nos lo pasamos bien fuera del set», explicó a Good Morning America.