Ya es más que habitual que cualquier fenómeno pase a ser algo que haya que continuar sí o sí. En el caso de las miniseries, basta que se conviertan en un éxito sin precedentes para intentar revertir su naturaleza y darle más episodios que, si bien pueden ser efectivos, van a romper la naturalidad de algo que nació como otra cosa.
Es por ello que se está notando mucho el interés en hacer otra temporada de Adolescencia, el gran fenómeno del año de Netflix. Aun así, creo que sería conveniente contener cualquier impulso en esa dirección, ya que los cuatro episodios que componen la obra ya han conseguido algo extraordinario que tampoco es necesario alterar o expandir.
En un pueblo inglés, la policía armada asalta la casa de una familia y detiene a Jamie Miller, un chico de 13 años, como sospechoso del asesinato de su compañera de clase, Katie Leonard. Jamie es procesado y retenido en una comisaría para ser interrogado y, posteriormente, ingresa en prisión preventiva en un centro de formación vigilado.
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Las investigaciones en la escuela de Jamie y las entrevistas realizadas por un psicólogo forense descubren las opiniones de Jamie sobre las mujeres que ha aprendido a través de Internet y el acoso que ha recibido en las redes sociales. En casa, la familia de Jamie se enfrenta a las reacciones negativas de la comunidad y lucha para hacer frente a la detención de Jamie y su posterior encarcelamiento.
El guionista Jack Thorne y el actor Stephen Graham decidieron crear esta serie para abordar un problema social que no paraba de preocupar a este último, que no paraba de leer sobre chicas jóvenes asesinadas. Queriendo indagar en las motivaciones de estos chavales, se topan con todo el impacto que redes sociales e influencers machistas tienen en estos chicos.
‘Adolescencia’: un problema complejo
Para poder llevar a Adolescencia al siguiente nivel incluyeron al director Philip Barantini, colaborador habitual con Graham y que da con la idea de hacer cada episodio un plano secuencia donde la acción tiene lugar en tiempo real, sin cortes. Es un ambicioso trabajo que hay capítulos donde funciona mejor que en otros, pero resulta espectacular.
No sólo asombra por lo visual, sino por cómo cubre diferentes áreas del problema, incluyendo la investigación, los colegios donde tiene lugar este clima extraño, la psicología del niño culpable y el impacto en la familia. Es una obra completamente impactante que se siente increíblemente completa, y estaría bien que se quedase así.
Puedes ver Adolescencia en Netflix.
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