Joan Pons ha trabajado, desde su casa en Vancouver, en lo nuevo de la cinta del estudio
Joan Pons era un niño de Igualada que devoraba La bella durmiente una y otra vez tratando de descifrar cómo se había hecho. ¿Cómo habían dado vida a esa mujer? ¿Y a los animalitos? ¿Quién había dibujado esos árboles? Creció fascinando por los entresijos de las películas de animación y, décadas después, ya con 25 años, se ha convertido en uno de los responsables de uno de los mayores éxitos de Disney de este año: Vaiana 2.
Él es el encargado de las puestas de sol. O, dicho de manera más técnica, un ‘lighting artist’. Deja su toque especial en la película para que parezca lo más realista posible. Un trabajo meticuloso -puede estar dos meses para que le aprueben un plano de 2 segundos- y solitario pero realmente satisfactorio.
En ‘Vaiana’, un plano en el que he estado tres meses trabajando lo van a ver millones y millones de personas durante años. Eso es algo que no tiene palabras para mí, es hacer como una obra de arte que perdura en el tiempo
La iluminación de una película de Disney no pasa solo por dotar de realismo a las imágenes, también sirve para despertar emociones en el espectador. «Por ejemplo, los colores pastel siempre son momentos más bonitos, el color verde se asocia más a los villanos. Es todo un lenguaje que no está escrito, pero el espectador, con ciertos colores, se fija en lo que está pasando en pantalla», explica Pons.
Este catalán de 25 años nos adentra en el ‘making of’ de la última gran historia del estudio.
¿Cómo llegaste a Disney?
Yo soy de Igualada, un pueblo cerca de Barcelona, y llevo trabajando en Disney dos años y medio. Me mudé aquí a Vancouver hace unos tres años. Primero, para trabajar en una empresa pequeñita que se llamaba Icon. Luego salté a Sony a trabajar en el Spiderverso y ahora ya llevo aquí en Vaiana trabajando más de un año y medio y mi tarea consiste en ‘lighting artist’, es decir, me encargo de la iluminación de la película. De la luz y los colores. Si tú ves la puesta de sol en la película, yo soy el que se encarga de que esa puesta de sol parezca lo más realista posible y de generar la emoción al espectador.
Me fijo sobre todo en los colores: ¿cómo transmitir al espectador ciertas emociones con los colores que salen en pantalla? Por ejemplo, los colores pastel siempre son momentos más bonitos, el color verde se asocia más a los villanos. Es todo un lenguaje que no está escrito, pero el espectador, con ciertos colores, se fija en lo que está pasando en pantalla.
¿Cómo te metiste en esto?
A mí siempre, desde muy pequeño, me ha encantado dibujar y el cine. Y pensé en estudiar animación porque es una combinación de los dos. Así podía tener la parte artística del dibujo y la parte técnica del cine. Estudié en La Salle de Barcelona un Grado de Animación y VFX y allí me especialicé cuatro años en iluminación. De allí salté a mi primer trabajo profesional, que fue en Barcelona, en una empresa pequeña, y luego ya salté a Vancouver.
¿Qué es lo que te apasiona de este trabajo?
Me apasiona la parte artística, ver un plano acabado en el cine que has hecho tú. Es una sensación muy bonita. Es un trabajo muy solitario porque lo haces tú solo en tu ordenador, pero lo acaban viendo millones de personas. En Vaiana, un plano en el que he estado tres meses trabajando lo van a ver millones y millones de personas durante años. Eso es algo que no tiene palabras para mí, es hacer como una obra de arte que perdura en el tiempo.
Un plano de Vaiana 2 que me gusta mucho es cuando está ella con su hermana pequeña antes de irse, que están en una playa y la hermana le enseña el collar. En esa escena hice un plano general de ellas dos con la playa de fondo y el cielo. Y ese plano me gustó mucho porque fui a la playa en Vancouver para ver cómo funcionaban los reflejos del agua con el cielo y todo. Trabajé bastante a fondo en ese plano, intentando imitar la realidad al máximo y creo que quedó muy bonito.
Una persona normal no tiene ni idea de la cantidad de trabajo que conlleva un plano así. Explícanos un poco cómo lo haces
Yo siempre cuento que es como poner focos en un teatro. Yo me encargo de hacer eso en formato digital, pero hay que ser muy preciso. Para tener un plano de cinco segundos igual puedo estar meses para que me lo aprueben, porque miran al milímetro que las formas estén lo más bonitas posible en la cara, en el paisaje… Puedo estar perfectamente dos meses para que me aprueben un plano de dos o tres segundos, pero es lo que la hace tan especial, porque es hacer algo al milímetro para que esté perfecto, lo más cercano a la realidad.
¿Y eso técnicamente como se logra?
Tenemos un programa especial en Disney. Son herramientas para imitar el agua en formato realista. El agua, por ejemplo, se va a ver de distintas maneras según la luz que le apliques y el momento del día. Puede ser más transparente, más opaca… Sabemos cómo rotar ciertas luces o en qué posición ponerlas para imitar la luz del sol, por ejemplo.
Tradicionalmente, el agua es un elemento que los animadores, por lo menos con los que yo he hablado, siempre han dicho que es muy difícil
Sin duda ha sido el reto de esta película, porque es lo que la diferencia de otras películas de animación. Yo he trabajado en muchos planos y había algo en cada uno de ellos. No siempre es la misma agua. No es lo mismo si estás en mitad del océano que si estás en la orilla de una playa. Una es más verde, otra va a ser más oscura. También he trabajado en tormentas y claro, cada fase del agua tiene sus propiedades y sus materiales para que el espectador sepa distinguir que es transparente o que es agua turbia. Eso ha sido un reto. Totalmente.
¿Me puedes hablar un poco del cine que te ha inspirado?
Yo siempre he sido muy fan de Disney. Me ha encantado La bella Durmiente. Más que por la historia en sí, yo la miraba cuando era pequeño porque me quedaba observando los fondos, sobre todo el dibujo de los árboles y me preguntaba cómo se hacían películas. Pero claro, era un niño y no lo sabía. La única forma era verlo repetidas veces, intentar plasmarlo en dibujos y nunca me quedaba igual. Hasta que ya fui más mayor y estudié cómo funcionaba. Ya en las de Frozen me encantó. Creo que fue un antes y un después en Disney de la última etapa. Todo el mundo conoce Frozen actualmente y sería un sueño trabajar en la tercera. Esas y Studio Ghibli, que me encantan también.
Vas a ver tu nombre ahí entre los créditos de las personas que han hecho ese esa maravilla posible. ¿Cómo te sientes?
Es un sueño. Me acuerdo ver la primera película en el cine cuando tendría 16 o 17 años y me acuerdo quedarme hasta el final de los créditos. Y me acuerdo de nombres que estaban en los créditos que han trabajado conmigo ahora en esta segunda película. Me parece muy surrealista, porque yo con 16 años nunca me imaginaba estar trabajando en la segunda. Ahora que tengo 25 lo normalizas porque ya llevo dos años trabajando aquí y es como algo normal, pero si lo miras desde fuera me parece increíble.
¿Cómo es un día normal en el estudio?
Tenemos jornada de 9 a 6 y tenemos reuniones siempre por la mañana y por la tarde, que se llaman ‘rounds’, donde enseñamos versiones de los planos que hacemos a directores. Cada día hay que hacer versiones nuevas por la mañana y por la tarde, porque quieren que tu plano se mueva constantemente, no que no se quede atascado.
¿Es posible para ti ver una película de animación sin que pienses en cómo se hace?
Estoy pensando en todo, todo el rato. Por eso, cuando estoy cansado evito mirar películas de animación o de VFX. Intento ver una película que no tenga nada digital y liberar mi mente. Pero me encanta ir al cine y ver animación, aunque me fije en los detalles.
La animación, en general, no ya solo en Disney y Pixar, está viviendo una época dorada
Sí, basta con mirar los números de taquilla. Las películas de animación están en el top y es una pena que no estén tan bien consideradas por los premios, opino yo. Por ejemplo, en los Oscars solo están en una categoría, la de película de animación. Me encantaría que en algún futuro pudiesen estar en todas las categorías porque creo que son igual de buenas que las ‘live action’ y cuesta más hacerlas. Una película de animación tarda entre tres y cinco años de media. Yo he estado más de un año solo para hacer iluminación y no entré al principio.