En 1972 salió a la venta una novela que iba a cambiar la vida de Charles Bronson. Escrita por Brian Garfield, Death Wish nació de la rabia interna que sintió después de que unos desconocidos vandalizaran su coche y robaran el bolso de su mujer. Entonces, deseó tener una pistola y dar caza a los delincuentes, antes de darse cuenta de que eran sentimientos irracionales. El libro vendió mínimamente bien en un principio, pero se hizo más conocido después de que Michael Winner dirigiera El justiciero de la ciudad y le diera a Bronson el mayor éxito de su carrera.
Juez, jurado y verdugo
Originalmente, la película iba a ser muy distinta, con Sidney Lumet dirigiendo y con Jack Lemmon y Henry Fonda como protagonistas. Imagina. De hecho, antes que Bronson se llegó a considerar incluso a Elvis Presley o Frank Sinatra. De hecho, el propio actor dijo años después que el papel estaba más bien pensado para alguien del estilo a Dustin Hoffman, y no para él. Sin embargo, acabó protagonizando cuatro secuelas más. Si da dinero, no nos vamos a quejar, ¿no?
En esta película hizo su debut también, en sus primeros minutos, un actor que después sería considerado un mito del cine: el mismísimo Jeff Goldblum. Tenía 22 años, venía del teatro y estaba deseando tener una oportunidad. No se puede decir que su papel sea mítico (es uno de los que molestan a la familia de Bronson al inicio), pero le valió para seguir adelante. Ese mismo año rodó California Split, donde por fin tuvo frase, y en 1975 se estrenó en televisión, en un telefilm de Colombo.
Luego ya sabemos todos lo que pasó: Goldblum se convirtió en una de las estrellas más rutilantes y carismáticas de la historia del cine gracias a sus papeles en Parque jurásico, Independence Day o, recientemente, Wicked. Bronson, por su parte, rodó su última película en 1995, ya condenado al cine directo a vídeo: la quinta parte de El justiciero de la ciudad. Bonitos inicios y tristes finales de Hollywood.