Pero no vas a poder hacer ni una sola receta. Avisado quedas.
Imagina que eres un actor más o menos conocido al que por fin han cogido para aparecer en un blockbuster. Una película llamada Matrix, de finales de los 90, con un guion complicado, sí, pero bueno, tu trabajo al fin y al cabo es actuar, ¿no? Bueno, pues no. Las hermanas Wachowski, según se cuenta, obligaron a cada miembro del reparto a entender y poder explicar la película. ¡Es más! Debían leerse un ensayo del filósofo francés Jean Baudrillard, y además Keanu Reeves tuvo que empollarse otros de Kevin Kelly y Dylan Evans para entender la filosofía tras el guion. Por suerte, no abandonó antes de tiempo al ver la turra que se le venía encima.
Arroz, pescado, píxeles
Matrix está plagada de planos fantásticos e icónicos, pero quizá uno de los más increíbles es aquel con el que se abre la película y al que volvemos varias veces: los símbolos similares a letras que caen desde lo alto, como si fuera una cascada verde, y que después serían homenajeados y parodiados mil veces en el cine y la televisión. ¿Os acordáis? Pues preparaos, porque hay un giro increíble.
Resulta que Simon Whiteley, el creador del código, afirma que viene de un libro de cocina de su mujer japonesa. Escaneó los símbolos del libro y los manipuló hasta encontrar lo que vemos en pantalla. De hecho, afirma que «Me gusta decir a todo el mundo que el código de Matrix viene de recetas de sushi japonesas. Sin el código, no hay Matrix«. En realidad, puede ser discutible, pero bueno.
Y es que, además de códigos misteriosos, también podemos ver números dados la vuelta y hasta letras que se parecen mucho al alfabeto occidental. En realidad, ninguno de los símbolos que aparecen en pantalla significan absolutamente nada porque se modificaron totalmente, así que no, los japoneses no fueron a ver Matrix preguntándose por qué en pantalla salían las palabras «salmón», «arroz» y «vinagre».