‘Piratas del Caribe’ pudo ser un desastre, pero se convirtió en una de las franquicias más rentables de la industria. Lo analizamos en un vídeo de ‘No es como las demás’

Las películas de aventura y los 80 son prácticamente sinónimos. En esa década vimos el estreno de La princesa prometida, Los Goonies o Indiana Jones. La gente tenía ganas de grandes experiencias en el cine y eso es lo que la industria nos daba. A finales de los 90 y principios de los 2000 el género empezó a caer en popularidad y después del fracaso de La isla de las cabezas cortadas en 1995 había pocas ganas de volver a intentarlo. Pero Disney tenía otros planes.
En una nueva entrega de No es como las demás, nuestra sección en YouTube donde desgranamos las producciones más caóticas y sorprendentes -ahora con Fatty Martin, que coge el testigo de Alesya Makarov-, analizamos el desarrollo de Piratas del Caribe, un largometraje que nació inspirado por una atracción de Disneyland y que no tenía ninguna garantía de éxito, pero que terminó siendo el pistoletazo de salida de una de las franquicias más rentables de la historia del cine.
La película costó a Disney 140 millones de dólares y terminó recaudando nada más y nada menos que 654 millones de dólares. Podemos ir más allá porque la franquicia entera, con sus cinco películas, ha cosechado 4.500 millones de dólares. El resultado valió la pena el esfuerzo de todo el equipo, que llegó a trabajar jornadas de hasta 16 horas para poder terminar el montaje y que la cinta estuviera lista a tiempo para su estreno. No fue el único problema.
El primer director al que le cayó el guion y que pudo haber dirigido la película fue Steven Spielberg. Se lo planteó seriamente, con la idea de contar con actores como Bill Murray, Steve Martin o Robin Williams. Pero finalmente las cosas no se dieron y el director escogido para llevar a cabo la película fue Gore Verbinsky. Tal y como Gore cuenta en el libro sobre cómo se hizo la película, Bring me That Horizon, vio en los piratas una oportunidad de contar una historia sobre rebeldía, supervivencia y aventura, y eso fue lo que le motivó a tomar las riendas del proyecto.
Nuestro Verbinsky había dirigido la comedia familiar Un ratoncito duro de roer en 1997, que fue un éxito comercial, y también la película de terror The Ring, el remake americano del thriller de terror japonés Ringu que también cosechó muy buenas críticas y popularidad. Así que como veis, Gore Verbinski era capaz de hacernos reír, pero también de asustarnos. Y en Piratas del caribe, el director fue capaz de combinar ambos estilos para que su primera película de piratas se convirtiera en una obra divertida, extravagante y terrorífica, sin perder un ápice de epicidad y dramatismo en los momentos clave.

Walt Disney Studios
El nacimiento de Jack Sparrow
Hablemos del Capitán Jack Sparrow, porque hay bastante que contar sobre él. Lo primero es que cuando Stuart Beattie, autor de uno de los primeros borradores del guion de la película, estaba escribiendo el personaje tenía en mente a Hugh Jackman. Su versión del protagonista era, por tanto, muy diferente a lo que llegó a ser. Nombres como los de Matthew McConaughey, Jim Carrey, Robert de Niro o Cristopher Walken fueron barajados para
Como todos sabemos, Johnny Depp terminó encarnando al capitán y aportó mucho de su propio ingenio. Como se había pasado 2 años viendo dibujos animados con su hija, quiso darle ese toque de dibujo animado a Jack. También se inspiró en la gestualidad y el aura de la estrella del rock Keith Richards, aportó bromas y momentos que no estaban en el guion, ayudó a caracterizar el personaje o incluso, junto a los miembros de maquillaje, implementaron una broma recurrente sobre una costra que su personaje tenía en la cara, la postilla de una heridita, y que iba creciendo a medida que la película avanzaba. Detalles que enriquecían su personaje y el misterio en torno a él.
Por su parte, Orlando Bloom, que venía de ser Legolas en El señor de los anillos, no quería el papel porque pensaba que a nadie podía interesarle una película de piratas, pero Geoffrey Rush, el capitán Barbossa, le convenció de que lo aceptara. Por su parte, Keira Knightley, que solo tenía 17 años por aquel entonces, se unió a lo que sería su primer gran blockbuster y, aunque ha dicho en varias ocasiones que necesitó terapia para sobrellevarlo, fue una gran decisión dentro de su carrera.
Un trío de protagonistas que llevarían las riendas de la película -y sus sucesivas secuelas- que reavivó el interés de la audiencia por las aventuras a la vieja usanza.