Originalmente, 12 monos debería haber tenido mucho más presupuesto. Esta adaptación de La Jetée (que Terry Gilliam afirma que no vio para que su versión fuera más suya) costó tan solo 29,5 millones, lo que no es mucho para un blockbuster de ciencia-ficción protagonizado por Bruce Willis y Brad Pitt. De hecho, Willis tuvo que bajar sus tarifas y, a cambio de estos esfuerzos, el director consiguió tener el corte final, algo que le importaba muchísimo tras el destrozo de Brazil. ¿Y por qué tanto cuidado por parte del estudio? Pues, efectivamente, por culpa de Waterworld, el blockbuster que metió el miedo en el cuerpo al mundo del cine tras su fracaso a mediados de los 90.
Si no hay diálogo, no hay fumeque
Cuando empezaron a rodar 12 monos, Pitt tuvo que aceptar menos dinero de lo que querría porque no era realmente conocido. Sin embargo, en ese periodo entre el rodaje y el estreno, el público le erigió en estrella gracias a Entrevista con el vampiro, Leyendas de pasión y Seven. Y obviamente, fue importantísimo en el resultado final en taquilla de la película, que acabó recaudando 168 millones y convirtiéndose en cine de culto.
Sin embargo, Gilliam no estaba del todo contento con su actuación. Pitt no decía los diálogos en el manicomio lo suficientemente rápido y desquiciado, así que decidió jugar con el mono del actor, prohibiéndole fumar y quitándole los cigarrillos. La adicción le hizo entrar en la situación mental del personaje a la primera y, de hecho, consiguió la nominación al Óscar a mejor actor secundario. Nunca tener el mono le sentó tan bien a alguien.
El resultado final es increíble, pero también curioso, porque mucha gente afirma que esta se trata de la segunda parte de una trilogía que empezó con Brazil y terminó con Teorema cero, pero el propio director no sabe de qué están hablando, afirmando que «se ha repetido tantas veces que claramente es cierto. No sé quién lo empezó, pero una vez lo hizo nunca paró». Publicidad gratis es publicidad gratis, oye.