Ian McKellen, en 1979, fue invitado a dar un taller sobre Shakespeare en Los Angeles para jóvenes actores con proyección de futuro. Lo que no imaginaba es que entre el público habría un chaval de trece años cuyo único papel hasta la fecha había sido como hada madrina en una versión teatral (y judía) de Cenicienta. Sin embargo, ese chico acabaría ganando en los tres años siguientes dos primeros premios en el Festival de Shakespeare de California del Sur y tan solo dos décadas después sería una de las caras más conocidas del mundo. ¿Os suena un tal David Schwimmer?
So no one told you life was gonna be this way
Pero antes de que llegara Friends a su vida, Schwimmer tuvo que transitar por el duro camino que le espera a todos los actores primerizos: o sea, papeles secundarios en películas de poca monta. En su caso, la primera oportunidad le llegó en 1989, a los 23 años, cuando interpretó un personaje sin mucha importancia en Testimonio de Silencio, una película hecha para televisión que trataba del duro tema del incesto. Obviamente, este no era un precursor de su Ross Geller, por mucho que se besara con Mónica una vez por equivocación.
En este caso, su personaje (basado en una persona de la vida real, por cierto), Rob Cuccio, asesinaba al padre de su novia, y poco a poco se desvelaba qué era lo que había ocurrido de verdad. O sea, que abusaba de sus hijas. A posteriori, tras el éxito de Friends, la carátula del DVD se modificó para poner a Schwimmer como uno de los tres protagonistas junto a Mike Farrell y Heather Fairfield. Hay que aprovechar, oye.
Schwimmer fichó poco después por cuatro episodios de Aquellos maravillosos años y por la serie La ley de Los Angeles, donde tuvo un papel recurrente a lo largo de la temporada 7 mientras aceptaba papeles terribles en películas como Lobo o El Billete. Nadie imaginaba que solo un año después, ese actor que no importaba a nadie pasaría a ser el mismísimo Ross, uno de los protagonistas de la sitcom más exitosa de todos los tiempos. Eso sí, si nadie habla de Testimonio de Silencio a día de hoy, creedme: es por algo.