En 1977, el recién debutante Stephen King (que apenas acababa de publicar Carrie) escribió Los chicos del maíz, una historia que publicó en la revista erótica Penthouse y que no parecía tener más recorrido. Poco esperaba que en 1984 su correspondiente adaptación cinematográfica tuviera tanto éxito que acabaría teniendo un total de nueve partes y otros dos reboots sin demasiado éxito. Y no, ninguna de ellas es especialmente buena, pero están repletas de curiosidades perdidas entre el maizal.
Yo quiero maíz, te quiero y quiero maíz
Nos vamos hasta el 12 de septiembre de 1992, cuando se estrenó directamente en DVD Los chicos del maíz 3: La cosecha urbana, en la que dos hermanos de Nebraska son adoptados y van a Chicago, seguidos por un reguero de muertes. Aunque algunos fans consideran que es la mejor de la franquicia, lo cierto es que habría pasado a la historia de la infamia y de las sagas alargadas artificialmente si no fuera porque supuso la primera película de un joven Nicholas Brendon… y de una debutante Charlize Theron.
Aunque lo cierto es que ni siquiera aparece en los títulos de crédito: solo es una seguidora más de la secta y no tiene ni siquiera diálogos. Nadie esperaba que años después acabaría ganando un Óscar y un Globo de Oro, e incluso que su nombre estaría en el Paseo de la Fama de Hollywood. Hay que tener en cuenta que, por aquel momento, vivía en un motel gracias a un cheque de 300 dólares que le pasaba su madre cada mes, y que incluso llegó a robar pan de un restaurante para poder sobrevivir (al estilo de ValJean en Los Miserables).
Pero lo cierto es que la saga de Los chicos del maíz supuso uno de los primeros pasos en la carrera de un buen puñado de super-estrellas actuales, como Linda Hamilton, Naomi Watts o Eva Mendes. ¿No os he dicho que el maizal siempre oculta misterios?