Los fandoms tóxicos no son, tristemente, algo que se haya inventado en el siglo XXI, pero antes, al menos, solo se desgañitaban en fanzines y no necesitaban Internet para promulgar odio. Aunque no os lo creáis, algunos fans de Star Wars trataron de alzarse contra El imperio contraataca porque «traicionaba el espíritu de la original», los cines se morían de risa al ver a Bruce Willis como héroe en el tráiler de La jungla de cristal y… no me hagáis empezar a hablar de lo que pasó con Voltron. Pero tras estas polémicas hay víctimas reales. ¿No conocéis el caso de Jake Lloyd?
El primer Anakin
Antes de interpretar a Anakin Skywalker en La amenaza fantasma, Lloyd ya tenía experiencia en platós gracias a cuatro episodios de Urgencias y películas como Volver a vivir, Un padre en apuros o Apolo 11. Sin embargo, nada le hacía esperar que a los ocho años George Lucas le elegiría para convertirse en el héroe de la saga más famosa de todos los tiempos, que volvía a cines después de 16 años. Sin embargo, el público no fue tan entusiasta con la elección.
Aunque ganara algún premio, su actuación fue ridiculizada a lo largo y ancho de revistas especializadas, foros y programas de televisión, que no podían soportar que su saga, una vez más, «traicionara el espíritu de la original». La revista Newsweek le llamó «Maniquí Skywalker», debido a lo poco que se movía y lo -aparentemente- mal que lo hacía. Ron Howard, al ver el odio, trató de alzar la voz y avisar de que no podían tratarle así aunque -o precisamente porque- fuera un niño. Nadie le hizo caso, y el público disfrutó odiándole junto a la película.
Después de aparecer el año siguiente en la película Madison decidió retirarse de la actuación… Y poco más supimos de él hasta que, en 2007, fuera diagnosticado con esquizofrenia. La enfermedad acabó con su vida tal y como la conocía: en 2015, tras cambiarse el nombre a «Jim Broadbent» para evitar preguntas sobre Star Wars, acabó huyendo de la policía tras saltarse un semáforo en rojo y conducir sin carnet.
Actualmente no solo padece de esquizofrenia, sino también de anosognosia, que le impide darse cuenta de lo que le pasa a su alrededor. De hecho, está ingresado en un centro psiquiátrico y su madre culpa directamente a George Lucas. Aunque quizá a quien tenga que dirigir el dedo acusador es a los fans que se lo pasaron pipa riéndose de un menor de edad. Ojalá pudiera terminar este artículo diciendo que esto ya no ocurre, pero solo hace falta mirar alrededor para darse cuenta de que patear a quien ya está en el suelo se ha convertido en un deporte internacional. Una pena.