Despertarse en la muela de Lord y ver cómo las nubes se enroscan a ella mientras se deslizan por el curso del Cardener y las extensiones inundadas de la Llosa del Cavall es lo más parecido que existe a despertarse en el paraíso. A seis kilómetros de Sant Llorenç de Morunys, sobre una enorme piedra mocha de paredes escarpadas a laque no se puede llegar en coche, se alza desde el siglo X un santuario que el padre Jordana y su comunidad llevan 50 años cuidando.
Desde 2009, hay también una pequeñísima hospedería.
Lo curioso es que, si intentamos alojarnos en ella, lo primero que nos dicen es que aquello no es un Hotel, ni una casa rural. Ni siquiera es un sitio donde sólo buscar tranquilidad. No puedes llevar móvil, ni practicar «tu actividad» sin más; y, desde luego, no deberías llevar mucho equipaje.
¿El peor responsable de marketing de la historia? Rápidamente, en la misma web, aclaran que «con estas indicaciones no pretendemos juzgar o recriminar» esas actitudes u objetivos; sencillamente, quieren conseguir «una mayor sintonía con los que vienen y estamos en Lord».
Y es que el mundo está hambriento de «sitios alejados del mundanal ruido» y en en esa remota comunidad del Solsonés lo saben.
Un dato que explica casi todo. Solo en 2022, el mercado global de los retiros de bienestar facturó 180.500 millones de dólares (unos 171.000 millones de euros) y no ha hecho más que crecer. Según las estimaciones de Allied Market Research, se calcula que llegue a los 363.900 millones en 2032.
Campamentos de yoga, meditación o desconexión digital; intensivos de fitness o danza o alguna disciplina creativa; jornadas vivenciales de desarrollo personal, aventura y naturaleza o las más variadas pseudociencias… Carmen López ha recogido muchísimos testimonios en El Diario.es y solo ha podido concluir lo que muchos sospechábamos (y en Lord sufren): los retiros están de moda.
No son una novedad, es cierto… ¿Qué es esa enorme aportación española a la espiritualidad mundial llamada «Ejercicios Espirituales» sino un retiro compacto, replicable y perfectamente diseñado? Sin embargo, durante décadas ‘irse de retiro’ no era algo precisamente cool y, de repente, boom.
Como radiografiaba Kathryn Jezer-Morton, seguramente el antencedente más directo de este tipo de retiros no son los propiamente espirituales, sino los balnearios del siglo XIX y, sobre todo, las nuevas experiencias que surgieron en torno a los años 70 a la sombra de los movimientos alternativos. Una oferta que se ha ido modulando para adaptarse a la vida actual de las clases medias y altas del mundo contemporáneo.
…pero el mundo de hoy los ha hecho muy llamativos. La pregunta es por qué. Anne Helen Petersen, periodista de BuzzFeed, sostenía en 2020 que «para los jóvenes profesionales que trabajan en el mercado laboral altamente competitivo de hoy, los retiros ofrecen una estructura para las vacaciones que puede hacer que sea más fácil justificarlas«.
Es una manera de rompieron la idea tradicional vacaciones («momento para dejar de trabajar») y convertirlo, siquiera discursivamente, en un «momento para trabajar en uno mismo». «Los retiros, incluso cuando son realmente relajantes, pueden hacerte sentir que estás siendo productivo de alguna manera», concluía Petersen.
¿Se nos está olvidando no hacer nada? Es algo que hemos visto mucho durante los últimos años: lo que «durante mucho tiempo, fueron una forma de ocupar las manos ociosas» (los pasatiempos), «corren el riesgo de convertirse en empleos secundarios». La idea de monetizar nuestras aficiones empieza a írsenos de las manos y, ante la imposibilidad de hacerlo, «invertir en uno mismo» suena a buena idea.
Imagen | Annie Spratt / Kaylee Garrett
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