El annus horribilis de Boeing en el espacio todavía no ha terminado. Al fiasco de la nave Starliner y el reclamo popular de cancelar el cohete SLS se suma ahora la explosión de un satélite en órbita.
Adiós al satélite Intelsat 33e. El operador Intelsat ha perdido de forma repentina el satélite de comunicaciones IS-33e que ofrecía servicios esenciales a empresas y gobiernos en Europa, África y la región de Asia-Pacífico.
Diseñado y fabricado por Boeing Space Systems, el satélite fue lanzado a la órbita geoestacionaria en agosto de 2016 a bordo de un cohete europeo Ariane 5. Un avión Antonov 124 lo había transportado hasta la Guayana francesa. Ha estado operativo desde el 29 de enero de 2017 hasta el 19 de octubre de 2024.
Intelsat pide explicaciones a Boeing. La compañía declaró el lunes la «pérdida total» del IS-33e y anunció la creación de un comité para investigar el incidente. Boeing, como fabricante, está colaborando con Intelsat para analizar datos y observaciones que puedan revelar la causa del fallo. Varias agencias estatales están al tanto de la investigación.
Decenas de fragmentos en órbita. Lo que en un primer momento Intelsat interpretó como una pérdida de energía y señal repentina, ha acabado aclarándose como un evento de ruptura.
La más que posible explosión del satélite generó alrededor de 20 piezas de basura espacial en la órbita geoestacionaria, según una alerta emitida el 19 de octubre por la Fuerza Espacial de Estados Unidos. Dos días después, la empresa de seguimiento ExoAnalytic Solutions elevó la cifra a 57 piezas.
El impacto económico del fallo. El satélite de comunicaciones, que formaba parte de la flota de «próxima generación» de Intelsat, no estaba asegurado en el momento del incidente.
Orientado a 60 grados Este, IS-33e servía a clientes en tres continentes distintos. Intelsat está trabajando en restaurar el servicio con satélites de terceros, además de su propia flota.
La órbita cementerio. La órbita geoestacionaria es una gigantesca circunferencia a 36.000 kilómetros de la superficie terrestre, por lo que el riesgo de impactar con otros objetos es mucho menor que en la órbita baja.
Al mismo tiempo, la atmósfera no ejerce apenas arrastre, y los desechos espaciales permanecen en el espacio sin reentrar durante miles o millones de años. Este fin de semana hemos sumado 57 piezas de basura espacial a la llamada «órbita cementerio».
Imagen | Intelsat
No hay reseñas todavía. Sé el primero en escribir una.