Del café se han dicho muchas cosas. Hay un montón de mitos alrededor del café que se han ido desmontando a base de estudios científicos, pero quizá dos sobresalían: el café como bebida adictiva y como negativa para el corazón. Lo primero se ha desmontado, lo segundo también. De hecho, cada vez tenemos más claro que el café es beneficioso para nuestra salud y se están publicando estudios que apuntan a esa dirección, como los efectos positivos en los riñones o sus numerosos antioxidantes.
Esos beneficios pueden, incluso, lograr que alguien se lance a la ingesta del café aunque odie su sabor (el caso de mi compañero Javier), pero un gran misterio sigue siendo cómo afecta a nuestro cerebro. Y un nuevo estudio ha plantado la semilla para estudiar cómo actúa la cafeína en nuestra capacidad para aprender. La hipótesis no es muy positiva.
Cafeína y cerebro. Conocemos muy bien nuestro cuerpo, pero el cerebro aún guarda algunos misterios que debemos resolver. Y eso sin añadir agentes externos que, en el caso del café, está claro que afectan de una manera u otra a nuestra capacidad. Cada vez se están haciendo más estudios enfocados en desentrañar las relaciones entre cafeína y cognición… con resultados muy interesantes.
Por ejemplo, sabemos que el café tiene un efecto positivo en los deportistas tanto a nivel metabólico como de rendimiento físico y mental. Sin embargo, en un estudio reciente se ha encontrado una relación no tan positiva entre la cafeína y la toma de decisiones rápidas y complejas en un escenario tan concreto como es un partido de fútbol.
LTP. Y como cada vez prestamos más atención a esa relación entre café y cerebro, surgen estudios muy interesantes. Uno de ellos es el del Neuromodulation Research Facility del Butler Hospital en Estados Unidos. Hace unos meses publicaron un estudio llamado ‘El consumo crónico de cafeína frena la plasticidad inducida por la rTMS’, que vendría a traducirse como que el consumo crónico de cafeína afecta a la capacidad del cerebro para aprender y reconfigurarse.
Como vemos en Neuroscience News, el estudio se centra en el impacto de los estimulantes del café y el té en los procesos de plasticidad sináptica del cerebro, como la potenciación a largo plazo -o LTP-. La LTP es un proceso crucial en el aprendizaje, ya que entra en juego para fortalecer las conexiones neuronales en los procesos de adquisición de nueva información, la adaptación o reconfiguración cerebral involucrada y la retención de dicha información.
El método. El objetivo era ver cómo respondía el cerebro, la LTP concretamente, en individuos consumidores y no consumidores de cafeína. Para ello, utilizaron algo llamado rTMS -Estimulación Magnética Transcraneal Repetitiva-. Se trata de una técnica no invasiva que se utiliza en el tratamiento de trastornos neurológicos, aplicando pulsos magnéticos a través del cráneo para estimular regiones específicas del cerebro y, así, regular la actividad neuronal.
No necesita anestesia, no tiene efectos secundarios y permite observar los ‘cálculos’ del cerebro, por lo que era la técnica perfecta.
El experimento. Para llevar a cabo la investigación, los participantes recibieron una dosis única de 100 miligramos de d-cicloserina o una cápsula de placebo con una semana de diferencia. Además, antes del estudio, los investigadores recogieron información de los sujetos, como si tomaban alcohol y la cantidad de cafeína que tomaban habitualmente, lo que no es algo muy preciso que digamos.
Los participantes que no consumieron cafeína (ni tenían el hábito de hacerlo), mostraron unos indicadores LTP más fuertes que los consumidores habituales de café y té. Esto implica que la cafeína podría estar afectando a la fortaleza de la sinapsis neuronal (por tanto, a su transmisión de impulsos eléctricos) y y podría poner en riesgo la formación de nuevos recuerdos.
No concluyente. Como tantas y tantas veces ocurre con este tipo de estudios, hay que tomarlo con pinzas. Los investigadores del Butler Hospital han dado con un sendero de migas de pan interesante y puede ser el punto de partida para estudios más grandes, pero en esta ocasión, la investigación involucró a 20 personas. Es una muestra bastante pequeña como para poder afirmar algo con rotundidad. Además de lo comentado: los sujetos fueron los que informaron sobre las dosis que tomaban.
También es importante señalar que los efectos observados en este estudio puede no ser válido si los trasladamos a una población más amplia y a diferentes contextos de consumo de cafeína. De momento, y como los propios autores afirman, se trata de una hipótesis basada en su observación con esa pequeña muestra y es necesario «probar directamente los efectos de la cafeína en estudios prospectivos bien potenciados».
Imágenes | Mortefot
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