¿Son ahora los coches más o menos robustos que en los años 60? ¿Son menos fiables o tenemos una percepción distorsionada de la realidad porque antes eran más sencillos de reparar?
Cuando compramos un coche queremos que sea práctico, que nos agrade visualmente… y que sea fiable. Aunque el precio es, probablemente, el criterio más determinante, la fiabilidad rivaliza (y mucho) con cualquier otro criterio de búsqueda de nuestro próximo vehículo.
Hace unos días leía en L’Automobile Magazine los motivos que habían llevado a un periodista francés a comprarse el coche con «el peor motor de la historia». Explicaba que se había comprado un Mazda RX-8 y que lo había hecho desde el corazón. Más allá de que hay polémica sobre la mala fama del coche, hay ocasiones en las que no siempre compramos con la cabeza.
Pero cuando un coche es, puramente, para el día a día y no queremos correr ningún riesgo, la fiabilidad es uno de los puntos más importantes. Por eso se le presta tanta atención a estudios como los de Consumer Reports y otras asociaciones especializadas en poner por las nubes a las marcas japonesas recoger la experiencia de los clientes.
Bajo esta premisa marcas como Toyota u Honda han construido todo un imperio. Esa fama de «coche irrompible» es un clásico de los japoneses y, quizás, uno de los motivos por el que se están viendo superados (al menos en el corto plazo) por los coches eléctricos chinos.
Esa obsesión por conseguir un coche que no se rompe no es ni mucho menos nueva. De hecho, como decíamos y quizás por un aumento de la electrónica en nuestros coches, la sensación es que los coches se rompen más. O quizás sea porque las marcas no ponen tanto esfuerzo en trasladar el trabajo que realizan para que sus coches nos duren cientos y cientos de miles de kilómetros.
Antes sí se hacía ese ejercicio. Y cuando una marca estaba obligada a demostrar hasta qué punto le daba importancia a la fiabilidad sucedían cosas como la del Renault 4.
Tres millones de kilómetros
En los años 50, Renault no atravesaba por su mejor momento. Los compatriotas de Citroën estaban dominando el mercado con el Citroën 2 CV. La fórmula era muy sencilla: un coche simple y asequible pero al que se le podían hacer todo tipo de perrerías.
La fama de coche que lo aguantaba todo y de pasar por cualquier sitio ha llevado al coche a ser denominado por algunos como el primer SUV. Pero también ha dado lugar a absolutas locuras como llevarlo al Paris-Dakar o al nacimiento de la loquísima Pop Cross con una competición de coches prácticamente destartalados.
Para recuperar terreno, Pierre Dreyfus, entonces director general de Renault, dio una orden clara: había que lanzar un rival del 2 CV. El reto era mayúsculo porque tenían que cuadrar el círculo. El coche tenía que ser asequible pero también muy fiable. Tanto que fuera un motivo de compra. Y el desarrollo de un coche extremadamente fiable nunca se ha llevado demasiado bien con el ahorro de costes.
Guillermo García Alfonsín explica en su prueba del Mercedes 300E W124 por qué los coches extremadamente fiables eran tan caros de desarrollar y producir. El cliente recibía una auténtica tanqueta que podía resistir más de un millón de kilómetros pero la compañía estuvo cuatro años para hacer todas sus pruebas (el desarrollo se fue a ocho años). De hecho, se realizaron 14 millones de kilómetros. Mercedes se ganó la fama de tener el mejor coche del mundo con este coche pero también descubrió que quizás no era lo más interesante para sus cuentas bancarias.
Renault, dos décadas antes había intentado algo similar. Sin ordenadores que simulan la fatiga de los componentes para, posteriormente, hacer unos cientos de miles de kilómetros de test como sucede ahora, no quedaba otra que probar el coche. Y al coche no se le dio el visto bueno hasta que cubrió un total de tres millones de kilómetros.
Explican en Garaje Hermético que aquellos tres millones de kilómetros de testeo pusieron un nuevo listón en la industria. El mensaje era claro: este coche se ha probado más que ningún otro. Se quería fiabilidad y Renault se encargó de hacer saber que habían puesto más empeño que nadie en crear el coche más experimentado de la historia. Al menos hasta entonces.
El resto de la historia del Renault 4 ya la conocemos. El coche ha sido uno de los modelos más vendidos de la marca y su vida comercial se extendió durante 31 años, lo que da una idea de la confianza que el cliente depositó en el coche.
Y si crees que no es suficiente, solo hay que ver la historia de este conductor que llevó su Renault 4 hasta el millón de kilómetros.
Foto | Dogs.barking.duster.rolling
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