En Italia los alumnos tendrán que preocuparse de algo más que acudir a clase, hacer los deberes y aprobar exámenes. Deberán prestar una atención especial a su actitud en las aulas. Y no solo para evitar broncas o una expulsión en el peor de los casos. Su comportamiento pasará a ser tan importante como sus conocimientos sobre Matemáticas o Historia. Hasta el punto de que recibirán una «nota de conducta» que, en caso de ser demasiado baja, puede arruinarles el curso.
Así lo contempla la nueva ley sobre educación del Gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni que acaba de recibir el visto bueno de la Cámara de los Diputados italiana, medida que ha llegado acompañada de una sonora polémica. Hay quien cree que ayudará a formar «estudiantes más responsables». Y quien ve ecos de la política educativa de Benito Mussolini y una «herramienta represiva».
¿Qué ha pasado? Que hay novedades en materia de legislación educativa en Italia. Como recoge ANSA, la Cámara de Diputados del país ha dado su visto bueno final a una norma que, entre otras cuestiones, permitirá a las escuelas suspender a alumnos basándose en su comportamiento. La medida, impulsada por el ministro del ramo, Giuseppe Valditara, salió adelante con el apoyo de 145 votos favorables, 97 en contra y siete abstenciones. El texto del proyecto de ley puede consultarse íntegro en la web de la Cámara italiana y contempla novedades importantes.
Ojo con la actitud en las aulas. Uno de sus aspectos más relevantes es que habla de un «voto di comportamento», notas de conducta que se encargarán de evaluar precisamente eso: su comportamiento en las aulas. Básicamente, resume ANSA, la principal agencia de noticias de Italia, los centros harán una valoración que resultará crucial para cada alumno. Su funcionamiento para los estudiantes de secundaria y bachillerato será similar al de los exámenes de Matemáticas, Química, Historia… o cualquier otra asignatura con calificaciones que van del 0 al 10.
Si la «nota de conducta» de un estudiante no llega al mínimo, el centro podrá suspenderle el curso. Incluso podrá repetirlo, al margen de su nivel académico o los conocimientos que tenga. El sistema será exigente, además. La agencia precisa que aquellos bachilleres que solo obtengan un seis tendrán que hacer un examen o trabajo de educación cívica. Si un joven quiere destacar al final del curso no le llegará con haber conseguido las mejores notas en Matemáticas, Historia o Filosofía. Necesitará una calificación igual de sobresaliente en actitud.
¿Hay más? Sí. El sistema contempla multas cuantiosas en casos de ataque al personal de la escuela. The Guardian precisa que las sanciones oscilan entre los 500 y 10.000 euros por agresiones, dinero que se suará para adquirir materiales didácticos. En caso de que un alumno sea expulsado de la escuela o instituto, no llegará con que deje de acudir al centro. Dependiendo de la duración del castigo deberá realizar un curso sobre conducta o realizar trabajos para la comunidad.
«La institución de la suspensión cambiará, habrá más escuela y no menos para el alumno que infrinja las normas de convivencia. Para los casos más graves habrá empleo en actividades de ciudadanía solidaria», aclara el ministro de Educación: «Nuestro objetivo es apoyar el trabajo de los profesores y personal de la escuela para que los jóvenes tengan claro no solo sus derechos, también los deberes que conlleva pertenecer a una comunidad, empezando por el respeto a los demás».
«Más responsables». Para Valditara la medida supone un avance y defiende sus bondades. «La ley aprobada por la Cámara representa un paso fundamental para la construcción de un sistema escolar que empodere a los niños y devuelva autoridad a los profesores», esgrime el ministro, convencido de que la reforma «restablece la importancia de la responsabilidad individual, se da importancia el respeto hacia las personas y bienes públicos y se devuelve la autoridad a los profesores».
Hace unos meses la agencia de investigación Eurispes publicó un informe que constata que uno de cada cuatro docentes de secundaria italianos ha sido atacado por un estudiante al menos una vez a lo largo de su carrera y alrededor del 18% ha recibido amenazas. «Hemos oído hablar de demasiados casos de comportamientos indisciplinados , es justo que se invite a los estudiantes a reflexionar sobre sus responsabilidades», comentael presidente de la asociación de directores ANP.
«Herramienta represiva». Al menos una parte del estudiantado no tiene tan claro que los cambios supongan un avance. Tommaso Martelli, coordinador de un sindicato de alumnos, advertía a The Guardian de que la medida solo servirá para «reforzar una cultura autoritaria» y no oculta su recelo por cómo se aplicará en el día a día de las aulas. «La posibilidad de ser suspendido por infringir las reglas hace que las notas de conducta sean una herramienta represiva adicional».
Imágenes | Kenny Eliason (Unsplash) y Sam Balye (Unsplash)
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