El último episodio de ‘Los Simpson‘ ha generado cierta atención por dos motivos: primero, se trata un episodio absolutamente meta titulado ‘Series Finale’, algo que obviamente no es porque, de hecho, es el arranque de la temporada 35 de la veterana serie. Y segundo, porque ha sorprendido por lo afilado de su humor y la mala baba de algunos de sus dardos. Pero, ¿es esto un oasis en el océano de una serie que lleva años en decadencia, o simplemente no nos habíamos fijado en que ‘Los Simpson’ vuelven a molar?
De qué va el capítulo. El episodio es una gala para celebrar el supuesto último episodio de la historia de ‘Los Simpson’, presentada por la versión simpsonizada del presentador de talk shows Conan O’Brien, que de hecho arrancó su carrera como guionista de las primeras temporadas de la serie. Allí se revela que Fox lleva años intentando cancelar la serie, y que finalmente va a hacerlo con la ayuda de una IA que guionizará la mejor conclusión posible para este mito de la televisión.
El componente meta. O’Brien nos muestra entonces clips inéditos de algunos de los episodios más celebrados de la serie, como ‘Bart el temerario’, de la segunda temporada, con la famosa caída de Homer por un precipicio. Según cuenta O’Brien, estaba planeado que este u otros episodios fueran el final de la serie, y acababan originariamente con la muerte de Homer. Pero Fox obligó a cambiarlos para pagar los gastos en helio ocasionados por un enorme balón de Bart en un desdfile. De este modo, el episodio reformula episodios que todos conocemos para contarlos de otra manera, en un guiño meta que ha agradado a los fans.
Bart no crecerá. El episodio que diseña la IA consiste en que Bart descubre que todos los habitantes de Springfield están, al fin, teniendo un buen remate para sus tramas, para justificar ese fin de la serie: Marge y Homer están arreglando sus diferencias con ayuda de un asesor matrimonial, muchos otros consiguen trabajos más felices fuera del pueblo… pero él no quiere cambiar, quiere seguir teniendo siempre 10 años y con ello condenar a la infelicidad continua a sus vecinos, que se ven reseteados con cada episodio. Un finísimo comentario metatextual sobre el funcionamiento de las series y hasta filosófico, acerca de cómo los espectadores queremos ver vidas eternamente conflictivas solo para nuestra diversión.
Los buenos tiempos. Se trata de un episodio que no vamos a calificar de clásico absoluto a la altura de los tiempos legendarios de la serie, pero sí que es un capítulo estupendo. Y que hace justicia al runrun que se está moviendo los últimos años entre los fans: desde el año 2023, ‘Los Simpson’ vuelve a ser buena. Es una teoría que se ha leido en internet en múltiples medios. Para muchos fans, ha finalizado la maldición que arrancó en torno a la temporada 10 y que supuso un debacle en la calidad de la misma, cuando los guiones empezaron a ser más repetitivos y perdieron algo de mordiente, sumergidos en las continuas cuitas matrimoniales entre Homer y Marge, como una sitcom cualquiera.
Más espectadores. Según el artículo de Vulture enlazado más arriba, es desde las temporadas 32 a 34 donde se empezó a percibir el cambio (aunque muchos fans hablaran también de las 32 y 33 como las peores de la historia de la serie), incluso en el número de espectadores, con un 24% de incremento en la demanda de visionados. El giro que ha tomado la serie en los dos últimos años, una vez explotada la sátira de los primeros tiempos, es hacia un humor más inclasificable y surreal, donde el absurdo campa a sus anchas. No tanto un empleo de los personajes como herramientas de crítica, sino una observación de sus propias posibilidades como iconos pop, sin que de momento esa vía se haya agotado.
Juegos con el formato. De ese modo, hemos visto cómo la serie jugaba con su propio formato, y hemos visto episodios que acariciaba el estilo mockumentary, episodios completamente oníricos o con la visión de la serie como un artefacto de ficción. ‘Los Simpson’ se está reinventando continuamente en un arrebato posmoderno que desde luego no va a colocar las nuevas temporadas a las alturas de su era clásica, pero que al menos exhibe cierta voluntad de no acomodarse.
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