La repentina guerra abierta entre Elon Musk y Donald Trump acaba de saltar al espacio con amenazas en ambas direcciones que podrían suponer el fin anticipado de la Estación Espacial Internacional.
Trump dio el primer golpe. Después de invertir 277 millones de dólares en la campaña presidencial de Donald Trump, Elon Musk dejó su papel al frente de DOGE con una despedida aparentemente amistosa retransmitida en directo desde la Casa Blanca. Al día siguiente, el presidente de Estados Unidos retiró la nominación de Jared Isaacman como administrador de la NASA.
Isaacman, un viejo socio de SpaceX, había sido recomendado por Musk para liderar la NASA. La nominación se hizo pública hace seis meses. Todo estaba listo para que el empresario asumiera la posición más alta en la agencia espacial, pero Trump ha comentado que retiró su nominación al descubrir que Isaacman era demócrata. Isaacman, por su parte, aclaró que el Gobierno siempre había sabido de sus donaciones pasadas al partido contrario.
Batalla de gallos. Si algo tienen en común Elon Musk y Donald Trump es su inconmensurable sed de atención. Aunque su relación ya estaba rota, escaló después de que Musk calificara el megaproyecto de ley ‘One Big Beautiful Bill’ de la Administración Trump como una «repugnante abominación». Según el magnate, la ley aumenta la deuda pública en vez de reducirla.
Esto desencadenó varias puñaladas traperas que se sucedieron el jueves en cuestión de horas. Algunas tan agresivas como un tuit de Elon sugiriendo que Trump no ha publicado los papeles de Epstein porque sale en ellos. Pero el cruce principal de acusaciones y amenazas ha sido el siguiente:
«Elon se estaba volviendo un pesado, le pedí que se fuera, le quité el EV Mandate (la orden de Biden que obliga a que más de la mitad de los vehículos vendidos en 2032 sean eléctricos) ¡y aunque supiera desde un principio que lo iba a quitar, se volvió loco!».
Elon:
«Sin mí, Trump habría perdido las elecciones, los demócratas controlarían la Cámara de Representantes y los republicanos tendrían 51-49 en el Senado. Qué ingratitud.»
«La forma más fácil de ahorrar dinero de nuestro presupuesto, miles de millones de dólares, es terminar con los subsidios y contratos gubernamentales de Elon. ¡Siempre me sorprendió que Biden no lo hiciera!».
Elon:
«Ante la declaración del presidente sobre la cancelación de mis contratos gubernamentales, SpaceX comenzará a desmantelar la nave espacial Dragon de inmediato».
¿El fin de la ISS? Aunque el negocio principal de SpaceX sea el servicio de Internet por satélite de Starlink, la cancelación de todos sus contratos públicos afectaría a múltiples programas gubernamentales, militares y de la NASA, incluidos los vuelos de reabastecimiento y transporte de astronautas a la Estación Espacial Internacional.
Con la cápsula Starliner de Boeing en un limbo indeterminado, la Crew Dragon de SpaceX es la única nave disponible en Estados Unidos para rotaciones de tripulación en la ISS. Para colmo, la NASA se comprometió con sus socios internacionales a mantener operativa la estación espacial hasta 2030. Por todo esto, la amenaza de Trump parece imposible de materializar. No obstante.
Si por Musk fuera. Elon Musk contestó a la amenaza de quedarse sin contratos públicos con una amenaza aún peor: el desmantelamiento inmediato del programa Dragon. Parecería una calentada sin mucho recorrido, si no fuera porque coincide con los deseos que había expresado el empresario anteriormente: adelantar el fin de la ISS y centrarse en la conquista de Marte.
No es completamente imposible que ocurra (Musk ha sido muy claro en el pasado sobre Starship y Marte como prioridades de la empresa), pero desmantelar las Dragon sería un dolor de cabeza, además de para la NASA, para todo tipo de socios de SpaceX: la ESA, la agencia espacial japonesa, la agencia espacial de Canadá, Axiom, las empresas que desarrollan estaciones comerciales, y un largo etcétera.
Para colmo, la NASA había encargado a SpaceX fabricar la nave espacial que se encargará de desorbitar la ISS después de 2030. Si hay un contrato público que no debería cancelarse ahora es ese. Dejar a su suerte una estación espacial de 455 toneladas y el tamaño de un campo de fútbol no conviene a nadie.
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