Hablar de los mayas y pueblos mesoamericanos casi siempre va de la mano de Palenque, Teotihuacán, Oaxaca, Tlatelolco o Chichén Itzá. Todos son importantes sitios arqueológicos y, sobre las grandes ciudades del pasado, actualmente tenemos algunas de las más importantes del país. Ciudad de México, por ejemplo, se levantó sobre Tenochtitlan y Tlatelolco. Sin embargo, mirando a la península de Yucatán, hay un nombre no reluce tanto: el Oxtankah.
En el pasado, fue uno de los puntos más importantes de la región oriental de Yucatan, y un reciente estudio puede que le devuelva el brillo que tuvo tiempo atrás.
Oxtankah. Al sureste del estado de Quintana Roo y cerca de la ciudad de Chetumal, se encuentra una de las ciudades mayas más importantes. Ahora puede que pasemos por alto Oxtankah, tanto que ni conocemos su nombre original. El actual fue otorgado en 1937 por el investigador Alberto Escalona Ramos y significa «lugar entre tres pueblos» o «lugar rodeado de ramones» (el ramón es un árbol, el Brosium alicastrum). En la actualidad, Oxtankah no es una de las zonas arqueológicas más visitadas de México, tampoco de Yucatán, pero se pueden ver vestigios, como casas o edificios ceremoniales.
Posición privilegiada. Se estima que el apogeo de la ciudad ocurrió entre los años 250 y 600 d.C. Es el periodo conocido como Clásico Temprano y se cree que se realizaron varias mejoras en la ciudad, como las modificaciones para aumentar las proporciones de varias estructuras, se crearon murales en el estuco para transmitir su cultura y había estructuras ceremoniales que actuaban como santuarios. Y ese apogeo se produjo debido a la posición privilegiada del asentamiento.
Oxtankah está ubicada sobre varios cenotes, lo que permitía que los habitantes dispusieran de facilidad para obtener agua dulce. A su vez, estaban junto al mar, siendo una de las puertas para el Caribe, por lo que no faltaba el pescado y se pudo desarrollar una importante red comercial con otras zonas. Oxtankah podía comerciar por mar, siendo una vía mucho más rápida que las rutas terrestres de otras numerosas zonas mesoamericanas.
Migraciones. Y ese puerto fue la clave para los intercambios poblacionales del periodo Clásico. Al menos, eso cree Allan Ortega, investigador del INAH de Quintana Roo que, tras sus investigaciones, ha comentado que Oxtankah era la joya de la corona de la migración en la región oriental de Yucatán. Esa apertura al mar, históricamente, es algo vital para las poblaciones y ya vimos que Tlatelolco fue un centro cultural importantísimo gracias a su puerto.
Ortega ha analizado isótopos estables de estroncio y oxígeno en más de 300 piezas óseas de cinco zonas arqueológicas de Quintana Roo:
- El meco.
- El Rey.
- San Miguelito.
- Tulum.
- Oxtankah.
También se fijó en estudios anteriores sobre la dieta y las características craneales de otros 87 esqueletos de zonas de Teotihuacán, palenque, Monte Albán, Toniná, El Mirador, Copán o Kaminaljuyu. Había individuos de ambos sexos y de todas las edades, lo que ha permitido trazar una especie de mapa migratorio que expone los patrones de movilidad geográfica por la costa oriental guatemalteca y otras ciudades del Golfo de México.
Intercambio… de todo. Ese estudio ha permitido comprobar el intercambio poblacional en estas zonas. Por ejemplo, gente del Golfo llegó en algún momento a Tulum o El Rey, zonas en las que también se encontraron restos de personas del norte de Belice. Pero, como afirma Ortega, Oxtankah fue el punto en el que más relaciones con otros lugares se han podido establecer, algo que ya se sospechaba.
Así, consideran que el lugar fue un punto de encuentro desde el Preclásico y el Clásico Temprano con otras zonas como Altar de Sacrificios en Guatemala, así como con Dzibanché, Calakmul y Kohunlich en Campeche. Esto significó que se realizaron intercambios poblacionales en estas zonas, pero evidentemente también convierten en Oxtankah en un antiguo centro multicultural, con intercambios políticos, económicos, demográficos y biológicos.
El sitio arqueológico. En el Clásico Tardío y Posclásico, la ciudad entró en declive. De ser un centro comercial y cultural muy importante, quedó relegado a una especie de sitio en el que los locales hacían ofrendas. Cuando llegaron los españoles, construyeron una capilla, pero el sitio llevaba siglos sin usarse como centro urbano.
Lo que antaño había sido un importante punto comercial y geopolítico, uno de los más potentes puertos mayas, ahora tiene varios nichos, plantas de viviendas, edificios que habrían sido santuarios y los restos de la capilla española del siglo XVI (y sus grafitis), con un diseño muy similar a la de Dzibilchaltún, al norte de la península.
Quizá con el Tren Maya, Oxtankah pueda tener una segunda vida gloriosa.
Imágenes | INAH
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