Los chistes fueron, en España, el mínimo común que unía a todos los tipos de humor que se hacían en España. Pero si seguimos dividiendo y dividiendo lo que nos hace reír en partículas cada vez más esenciales, quizás no haya nada más humorísticamente esencial que un andaluz, simplemente, existiendo. Esa es la esencia del último fenómeno viral que, además y haciendo honor a su naturaleza, se está difundiendo por canales que no son, desde luego, los más modernos del mundo: los grupos de Whatsapp.
Quién es Juan el Pescaero. Juan Ortega Ramos, de 33 años, ayuda a su padre en la pescadería familiar, situada en Bajo de Guía (Sanlúcar de Barrameda), de ahí su apodo. En los últimos meses se ha convertido en un fenómeno viral gracias a la difusión a través de Whatsapp de los audios que, en principio, mandaba únicamente a sus amigos en un grupo común. Desde ahí, un éxito viral que tiene algo de críptico e incomprensible.
No cuento chistes. Porque, a diferencia de iconos del humor andaluz como quien quizás fue el último gran contador de chistes de España, Chiquito de la Calzada, Juan el Pescaero solo hace reflexiones espontáneas y elabora mensajes muy sencillos. «Si bloqueas a alguien en Instagram, ¿lo puedes seguir viendo en la calle?» es el tipo de audios que llegan a los innumerables grupos de Whatsapp que recopilan sus mensajes sonoros, junto a una miríada de «Buenos días», «ayer qué», «Buenas noches» y todo tipo de variantes del formato, enunciados con inconfundible acento gaditano. Lo que hace especial a Juan el Pescaero no es la calidad de su humor, sino un formato que nos devuelve a tiempos pasados.
Las protorredes sociales. Whatsapp nació como un grupo de mensajería instantánea y privada, pero funciones como los grupos transformaron la aplicación de Meta en un equivalente, más manejable y controlado, de las redes sociales. El incremento de los miembros por grupo, de 15 a 1024 usuarios, ha permitido la creación de comunidades más activas. De este modo, aun con sus limitaciones de tamaño y uso (o precisamente gracias a eso, facilitándose el acceso a usuarios no tan duchos en tecnología o a quienes no les interesa comunicarse con aquellos a quienes no conocen personalmente), los grupos de Whatsapp conforman una realidad paralela a las redes sociales, donde brotan y viven fenómenos como este.
Se empieza por Whatsapp. Aunque no es el primer fenómeno vinculado al humor que arranca en internet, desde luego sí es el primero que encuentra su colchón principal de difusión en Whatsapp. Algunos otros con quienes podríamos relacionar el humor de Juan el Pescaero, como Martita de Graná o Comandante Lara sí han brotado en redes como TikTok, pero su humor está más profesionalizado y usan formatos más convencionales, del monólogo a los chistes tradicionales. Significativamente, esta explosión de Juan el Pescaero coincide con el giro que Whatsapp quiere dar a su plataforma, pasando de ser de app de mensajería a plataforma de contenidos.
Lo espontáneo triunfa. Aunque Juan el Pescaero no cuenta chistes, su espontaneidad trazada a golpe de alaridos y exabruptos virtualmente incomprensibles puede vincularse a ese tipo de chiste poco elaborado (nada que ver con gigantes como el mencionado Chiquito, o maestros del contar historias de humor, como Eugenio o Gila) que siempre ha primado en nuestra televisión, hasta llegar a ‘No te rías que es peor’, quizás su ultimísimo baluarte. Es un tipo de chiste borrado del mapa por nuestro tardío stand-up o el humor televisivo de gente como Buenafuente o ‘La revuelta‘, convirtiendo a quienes lo cultivaban (Barragán, Arévalo, Marianico el Corto) en un vestigio de una España que ya no existe. Un poco a lo que le da continuidad, con su españolismo puro, Juan el Pescaero.
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