SpaceX ultima los preparativos para lanzar el cohete Starship por quinta vez este domingo después de un vuelo exitoso el pasado junio. La compañía intentará atrapar el gigantesco lanzador con los brazos mecánicos de la torre de lanzamiento. Es una maniobra increíblemente arriesgada, pero SpaceX tiene razones para ser optimista.
Contexto. Con sus 120 metros de altura, Starship es el cohete más grande y potente jamás construido. Consta de dos etapas: el propulsor Super Heavy (de 33 motores Raptor 2 y 70 metros) y la nave Starship (de seis motores y 50 metros).
Aunque todavía no ha alcanzado todo su potencial, el sistema Starship está diseñado para lanzar más de 100 toneladas a la órbita baja terrestre y llegar a la Luna o a Marte. Su capacidad total de reutilización será clave para reducir los costes de lanzamiento y aumentar la frecuencia de sus vuelos espaciales.
El triple mortal del Super Heavy. Durante el cuarto vuelo de Starship, el propulsor Super Heavy sobrevivió por primera vez a la separación y maniobra de giro para alejarse de la etapa Starship, reencendiendo sus motores y simulando con éxito un aterrizaje en el golfo de México.
SpaceX dio por bueno este único aterrizaje simulado y anunció que durante el quinto vuelo intentaría atrapar el Super Heavy con los brazos mecánicos de la torre de lanzamiento. El cohete informará de su estado de salud y, si el director de vuelo lo aprueba, regresará de forma controlada a las instalaciones de SpaceX al sureste de Texas, colocándose junto a la torre de 140 metros de altura para que esta cierre sus brazos y lo atrape al vuelo.
Una precisión de medio centímetro. La razón por la que SpaceX no ha necesitado más que un intento exitoso para arriesgar la torre con la peligrosa maniobra de atrapar el cohete es que el cuarto vuelo fue increíblemente preciso.
Bill Gerstenmaier, vicepresidente de construcción y fiabilidad de vuelos de SpaceX, reveló el miércoles que el propulsor Super Heavy del vuelo 4 aterrizó en un punto determinado del golfo de México con una precisión de medio centímetro. Es una cifra impresionante para un cohete de 70 metros. Y por supuesto, les da confianza para pasar a la acción sin hacer más simulaciones.
Por qué no aterriza sobre el suelo. A diferencia del Falcon 9, el Super Heavy no tiene patas retráctiles para aterrizar. Es un cohete tan grande y pesado que harían falta patas enormes, lo que reduciría la capacidad de carga de Starship u obligaría a añadirle aún más capacidad de combustible.
Atraparlo con los brazos de la torre (Mechazilla) tiene otra motivación: permite colocar el cohete inmediatamente sobre la plataforma de lanzamiento, llenarlo de combustible y ponerle otra Starship encima para despegar de nuevo. Es decir, permite una rápida reutilización similar a la de un avión que anhela SpaceX.
El aterrizaje podría abortarse. Una vez que el Super Heavy se separe de la nave Starship, que seguirá su camino hacia otro aterrizaje simulado en el océano Índico, SpaceX tomará la decisión de aprobar o cancelar la maniobra de captura del propulsor.
El proceso dependerá de miles de criterios, como que todos los sistemas estén funcionando perfectamente, incluidos los del sitio de lanzamiento. Si algo no está en condiciones óptimas, el cohete en lugar de regresar al sitio de lanzamiento, amerizará otra vez en el Atlántico.
Casi todo listo. Con los explosivos del sistema de terminación de vuelo ya instalados, todo está listo para el despegue. Excepto la licencia de vuelo, que estaba prevista para finales de noviembre, pero al parecer, acabará adelantándose.
Si no hay retrasos y la licencia de vuelo de la FAA llega a tiempo, la Starship del vuelo 5 despegará a las 7:00 de la mañana del domingo, hora local en Starbase (Texas). Es decir, a las 14:00 de España. Además del Super Heavy, SpaceX espera que la etapa Starship también sobreviva a su maniobra de reentrada gracias a un escudo térmico más sofisticado y resistente que el del vuelo anterior.
Imagen | SpaceX
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