A 25.000 millones de kilómetros de la Tierra, la emblemática Voyager 1 vuelve a funcionar con normalidad después de que el laboratorio JPL de la NASA perdiera temporalmente sus comunicaciones con la sonda.
El contexto. A mediados de octubre, la sonda espacial Voyager 1 apagó de manera automática su transmisor de radio principal. El sistema de protección contra fallos había detectado un consumo de energía excesivo después de que la NASA enviara un comando a la nave para encender uno de sus calentadores.
Tras activar el modo seguro, la Voyager 1 dejó de comunicarse con la Tierra a través de su transmisor principal de banda X. Acto seguido, la sonda empezó a usar un transmisor de banda S que llevaba sin uso más de 40 años.
La explicación. Las Voyager están programadas para apagar automáticamente sus sistemas no esenciales, manteniendo un flujo mínimo en los subsistemas críticos si la protección contra fallos detecta poca energía disponible.
Sin embargo, las sondas ya han apagado todos sus sistemas no esenciales, excepto cuatro instrumentos científicos. Al sistema de protección contra fallos de la Voyager 1 no le quedaba otra opción que apagar su transmisor de banda X y encender el de banda S, que consume menos energía.
El rescate. El cambio a un transmisor de radio mucho más débil impidió que el equipo de misión recibiera datos científicos y del estado de la sonda hasta principios de noviembre. La Voyager 1 es la nave espacial que más lejos ha llegado de nuestro planeta, y la NASA ni siquiera estaba segura de que pudiera captar sus frecuencias con las antenas de la Red del Espacio Profundo.
A pesar de las dificultades, el equipo logró contactar con la nave y reiniciar el sistema que sincroniza sus tres ordenadores de a bordo, recuperando el envío de datos científicos y los cuatro instrumentos todavía operativos.
Tecnología vetusta. Las sondas gemelas Voyager 1 y Voyager 2 han estado viajando por el espacio más de 47 años, y son las únicas naves que operan en el espacio interestelar. Su avanzada edad ha supuesto nuevos desafíos para el equipo de la misión, que no solo trabaja con tecnología vetusta, sino también con márgenes de energía extremadamente pequeños.
Alimentadas por el calor del plutonio en descomposición de sus generadores termoeléctricos, estas sondas gemelas pierden alrededor de 4 vatios de potencia cada año. Hace unos cinco años, la NASA comenzó a apagar todos los sistemas que no son críticos para mantenerlas en vuelo, incluidos los calentadores de algunos instrumentos científicos.
Para sorpresa del equipo, cuatro de estos instrumentos continúan funcionando en cada una de las sondas, a pesar de alcanzar temperaturas inferiores a las que fueron diseñados para soportar. Son los instrumentos científicos que estudian las partículas, el plasma y los campos magnéticos del espacio interestelar, la región entre estrellas donde el viento solar pierde su influencia.
Imagen | NASA/JPL-Caltech
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