Lo último que sabíamos del desagradable episodio en la Estación Espacial Internacional es que la NASA estaba tratando de dar con el “culpable” mientras los astronautas se encontraban realizando procedimientos para abrir de forma segura la escotilla que existía entre el módulo Poisk y la Progress rusa y así garantizar que no hubiera riesgos para la tripulación. Tenemos buenas noticias.
El incidente inusual. La historia comenzó con un fuerte y extraño olor, descrito por el astronauta Don Pettit de la NASA como similar al de pintura en aerosol, tras el acoplamiento de la nave de carga rusa Progress MS -29 al módulo Poisk de la Estación Espacial Internacional (ISS) el pasado 23 de noviembre.
Antes, los cosmonautas rusos Aleksei Ovchinin e Ivan Vagner fueron los primeros en notar el olor junto con pequeñas gotas flotantes al abrir la escotilla entre el módulo Poisk y la nave Progress, obligándoles a cerrarla de nuevo como medida de seguridad, además de utilizar equipos de protección.
Investigación y resolución. Tras detectar el problema, lo primero que se hizo fue activar purificadores con el fin de eliminar posibles contaminantes y garantizar la calidad del aire en toda la estación. ¿El culpable? La NASA ha atribuido el olor a una posible “desgasificación de materiales” dentro del compartimento presurizado de la nave Progress rusa, un fenómeno relativamente común en el espacio, según representantes de la NASA. Además, los equipos de limpieza de aire y ventilación fueron activados como medida estándar, y los dos cosmonautas también realizaron inspecciones y limpiezas.
Finalmente, el olor se ha disipado del todo, permitiendo el traslado de tres toneladas de alimentos, combustible y suministros. Además, la agencia espacial norteamericana aseguró que la calidad del aire dentro de la estación volvía a índices normales, descartando cualquier riesgo de contaminación.
Preocupaciones anteriores sobre el mismo módulo. Lo cierto es que el incidente se suma a una larga historia de problemas asociados al módulo Poisk. Lo hemos contado antes, desde hace cinco años, una fuga misteriosa en el módulo ha generado cierta preocupación.
De hecho, un informe reciente de la NASA advirtió que podría provocar un «fallo catastrófico» en la estación si no se abordaba. Sin embargo, las autoridades rusas han minimizado la gravedad de la misma y hasta ahora no se han implementado soluciones definitivas.
La carga. En cuanto a la carga rusa Progress 90, permanecerá acoplada a la ISS durante seis meses, tiempo durante el cual también será utilizada como contenedor de desechos que se quemarán durante su reentrada a la atmósfera terrestre. Por cierto, la nave antecesora, Progress 89, realizó un ajuste orbital de la ISS hace muy poco para evitar una posible colisión con fragmentos de un satélite. Un tipo de maniobras que se ha vuelto cada vez más común debido al incremento de escombros espaciales.
El futuro de la ISS. De fondo, una muerte anunciada. La Estación Espacial Internacional, el hogar de astronautas durante más de dos décadas, tiene una vida operativa planificada hasta 2030, más o menos. Después de esa fecha, se retirará de órbita y “quemará” en la atmósfera, con sus restos cayendo en el remoto Punto Nemo en el Océano Pacífico, si todo sale bien.
Además, la NASA ha decidido no construir una nueva estación espacia, delegando el proyecto a empresas privadas, mientras concentra sus esfuerzos en futuras misiones tripuladas a la Luna y Marte.
Imagen | NASA, Roscosmos
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