No es un secreto que Japón adora a los gatos. Pero de entre las muchas curiosidades que se dan con los felinos, hay un fenómeno que ha atraído al turismo y copado durante años titulares en los medios locales. Hablamos de sus «islas de gatos» donde la población felina supera a la humana, convirtiéndose en una rara avis. La más famosa de todas, cuya historia siempre estará ligada a la relación entre los humanos y los animales, está a punto de desaparecer para siempre.
La noticia. Aoshima, ubicada a 30 minutos en ferry de la costa de la ciudad de Ozu en la prefectura de Ehime, Japón, es la isla “de gatos” más conocida junto a Tashirojima. Su popularidad es tal, que durante mucho tiempo el pedazo de tierra ha vivido del turismo que se acercaba para conocer cómo era la vida entre los residentes y las pequeñas masas de felinos salvajes.
Sin embargo, parece que el fin de la vida en Aoshima se acerca. Seis años después de que la isla comenzara a esterilizar y castrar a los animales por la exagerada y desmesurada población respecto a la humana, el enclave tiene los días contados. Se espera que en pocos años no quedé ni rastro de gatos, ni de humanos.
Las islas de gatos. La presencia de gatos en estas islas tiene raíces en la vida rural y pesquera de Japón. En el pasado, muchas islas dependían de la pesca y la producción de seda, ambas industrias propensas a plagas de roedores. Los ratones no solo devoraban los alimentos almacenados, sino que también representaban una amenaza para los gusanos de seda, esenciales para la industria textil. Así, se decidió introducir gatos para controlar la población de roedores.
A pesar de que estas islas han atraído a turistas curiosos y amantes de los gatos, la realidad es que la vida no siempre fue fácil para los felinos. La sobrepoblación ha generado problemas como la falta de recursos y atención médica adecuada para los animales, por lo que algunas organizaciones se han movilizado para ayudar con el control de la población felina y asegurar su bienestar.
El caso de Aoshima. Aquí los gatos también fueron introducidos para combatir los ratones en los barcos pesqueros que atracaban en la isla. En su apogeo, Aoshima tenía cientos de residentes humanos (650 en 1960), pero en las últimas décadas, su población ha disminuido drásticamente.
Sin embargo, la población de gatos siguió creciendo, superando ampliamente a los humanos en una proporción de más de 6:1. Cuanto más crecía la familia felina, Aoshima se convertía en una atracción turística, con visitantes interesados en observar y fotografiar a los numerosos felinos que vagaban por sus calles.
Esterilización. En 2018, el gobierno tomó la decisión de empezar a esterilizar a los animales por recomendación de la Sociedad Protectora de Gatos de Aoshima, que consideró que la población de 130 felinos era demasiado grande para que los 13 residentes de la isla pudieran cuidar de ellos, sobre todo teniendo en cuenta que la edad media de la población humana era de unos 75 años.
“Mamá gata”. Es la figura fundamental en la preservación de los animales en la isla desde 2013. La anciana residente se encarga de gran parte del cuidado de los animales y limpia sus excrementos de las carreteras de toda la isla diariamente para que el lugar luzca impecable para los turistas.
Pero como el número de turistas está disminuyendo y los viajes en barco desde el continente se cancelan durante las inclemencias del tiempo, existe el peligro de que los gatos pasen hambre, por lo que la anciana de 73 años almacena comida para los felinos durante todo el año. Así se asegura de que nunca pasen hambre.
Por supuesto, la avanzada edad de “Mamá gata” es un indicativo del tiempo que le queda a los gatos.
Un mensaje premonitorio. La propia administración de la isla ha lanzado un mensaje en redes este mes para concienciar al público. Como explican, «cuando Mamá gato abandone la isla debido a la vejez, será el fin de la Isla de Gatos». Incluso estiman que esta cuenta atrás comenzará en dos años, y no solo por el envejecimiento de los residentes, también de los propios gatos (actualmente todos tienen más de siete años y no ha nacido ninguno desde 2018, tras la esterilización y castración masiva realizadas).
Como también subrayan, “actualmente hay cinco residentes en la isla y a medida que los turistas dejen de venir a la isla, se hablará de reducir o incluso cancelar el servicio regular de ferry. Creemos que los gatos cruzarán el puente del arcoíris en unos años”.
El envejecimiento, otra vez. El caso de la isla de Aoshima es, también, un reflejo de la crisis demográfica y envejecimiento de la población que vive Japón, acusada especialmente en las zonas rurales e islas alejadas de las grandes urbes. En Aoshima, las décadas posteriores a su apogeo han visto como los residentes han ido huyendo al continente hasta llegar a una situación de no retorno con el nivel más bajo de su historia.
De ahí que el gobierno haya tomado medidas extremas, desde miles de euros por mudarse fuera de las ciudades, hasta llegar a ofrecer a las mujeres solteras un montante económico y marido por dejar Tokio en favor del campo.
Imagen | 暇・カキコ, Vidmulia, Tetsushi Kimura
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