La cultura gastronómica latinoamericana es fascinante. Conocer el origen de algunos de los platillos más célebres es un ejercicio por comprender la importancia del mestizaje cultural. También conocer las costumbres que, en muchas ocasiones, tienen comida como hilo conductor. Centrándonos en México, su comida y bebida es tan rica que no sólo ha conquistado medio mundo, sino que se ganó el corazón del individuo más insospechado: Hitler.
Concretamente, una bebida llamada pulque que obsesionó tanto al Führer que éste ordenó realizar un documental sobre ella. ¿La forma más fácil? Enviar un equipo de cineastas nazis a México.
A vueltas con la raza aria. Hay varias cosas que obsesionaban al líder de la Alemania Nazi. Una era cuidar su imagen de líder proverbial como una especie de mesías que iba a salvar Alemania. También se decía que cuidaba su cuerpo, era abstemio, no fumaba y era vegano. Eso sí, parece que se drogaba como si no hubiera un mañana y algunas de las afirmaciones puede que fueran de cara a la galería, porque eso de que era abstemio tiene un asterisco enorme.
En su búsqueda por potenciar su salud y la de la raza aria, Adolf Hitler mandó investigar tanto los orígenes de la raza aria (que casi obsesionaba más a Himmler que al propio Führer) como una serie de comidas y bebidas que permitieran llevar al cuerpo a su máximo potencial. Y esa investigación lo llevó al pulque.
Pulque. Se trata de una bebida alcohólica con una graduación de entre el 3 y 6% de alcohol cuyo origen es prehispánico. También se conoce como aguamiel y está elaborada a partir de la fermentación del agave, una planta con varios usos muy interesantes. Se estima que el consumo del pulque, o de algo similar al pulque, data del siglo IV a.C. y se ha utilizado a lo largo de la historia en medicina y rituales, siendo relevante en mitos y leyendas de toltecas, mexicas y otros pueblos.
De hecho, en algunas culturas había reglas muy estrictas. Tanto que si tenías menos de 70 años y te pillaban bebiendo pulque, te castigaban. Y cuidado con emborracharse en público, ya que también había castigo. Los sacerdotes, las mujeres lactantes, a punto de parir y los enfermos también podían tomarlo. Vamos, que el ingrediente principal que interesaba a Hitler no era el agave, sino que se trataba de una bebida milenaria que degustaban los sacerdotes y personas en edad avanzada y que, además, tenía un componente místico. También se le dijo que era una bebida medicinal.
El documental. Tal fue la fascinación que debió sentir el líder nazi que mandó a su director de cabecera, Hubert Schonger, a México para grabar un documental sobre el proceso de producción del pulque. El equipo viajó al Valle de Apan y a Puebla para realizar las grabaciones y, en 1936 y, con el nombre de Pulquebereitung in Mexiko -La producción del pulque en México, por su nombre en español-, el resultado fue un documental mudo de unos 12 minutos.
¿Qué podemos ver en él? Jornaleros cortando agave, transportando los materiales, extrayendo el aguamiel, preparando la bebida, cargándola en barriles a lomos de burros y, de vez en cuando, echando un trago. Y, cuando se proyectaba, una persona leía un guión de 14 páginas contando qué se estaba viendo en pantalla. Tras la Segunda Guerra Mundial, el documental se perdió (imagino que sería una de las últimas prioridades de Hitler y quien guardara la cinta en esos momentos finales de la guerra).
70 dólares. Sin embargo, algo ocurrió en 2006. En una subasta pública realizada en Berlín, el material salió a la luz como una pieza más entre muchas otras y, por un pago de 70 dólares a través de Internet, un coleccionista llamado Javier Gómez Marín se hizo con la cinta. Gómez Marín es un especialista en el pulque y tiene en su colección todo tipo de artesanía relacionada con la bebida, siendo este documental una de las joyas de la colección y que él mismo ha calificado como “el Santo Grial del pulque”.
Lamentablemente, y como exponen en El Sol de Puebla, son pocas las veces que este documental se proyecta. Cuando se muestra, es en conferencias o exposiciones que tienen el pulque como protagonista. Actualmente, la película está en posesión de Gómez Marín, pero los especialistas del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México digitalizaron el original de 16 milímetros para su conservación.
La hacienda de Puebla. Al final, el pulque era una más de las obsesiones de Hitler, pero gracias a esa fijación con una bebida que consideraba una “pócima mágica”, envió un equipo de cineastas que permitieron retratar la cotidianidad del México de mediados de 1930. Y no fue la única, ya que Schonger realizó otras tres producciones antes de volver a Alemania.
Una de ellas sobre la producción del maíz, otra sobre la cultura maya y otra, que podemos ver sobre estas líneas, sobre una hacienda alemana en Puebla.
Imágenes | AlejandroLinaresGarcia, Bundesarchiv
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