He pasado un par de semanas con el reMarkable Paper Pro y todavía me sorprendo cuando lo saco de su funda. Es curioso cómo un dispositivo que aspira a replicar algo tan analógico como el papel genera esa permanente sensación de novedad.
Quizás sea el color –sí, reMarkable ha dado el salto al color–, quizás por el tamaño de pantalla algo más grande, que roza las 12 pulgadas. O quizás por el reducido grosor y la suma de todo lo demás, que invita a escribir y dibujar en él sin distracciones. Ese último matiz es clave.
Es un dispositivo que tiene algo especial.
Ficha técnica del reMarkable Paper Pro
reMarkable Paper Pro | |
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Dimensiones y peso | 274,1 x 196,6 x 5,1 mm 525 g |
pantalla | Canvas Color (E Ink Gallery 3) 11,8″ 2.160 x 1.620 px (4:3) |
procesador | Quad-Core A53 1,8 GHz |
memoria ram | 2 GB LPDDR4 |
almacenamiento | 64 GB |
batería | 5.030 mAh USB-C |
sistema operativo | reMarkable OS (basado Linux) |
formatos | PDF, EPUB PDF, PNG, SVG |
otros | Compatible con macOS, Windows, IOS y Android Reconocimiento de escritura MyScript Soporte lápiz |
precio |
El primer contacto
Cuando lo saqué de su caja al recibirlo, lo primero que llamó mi atención fue su ligereza y lo fino que parece. No es pequeño, pero apenas sobrepasa el medio kilo de peso. Es delgado, es elegante. Por detrás no es demasiado bonito, pero sí transmite una sensación de calidad que ayuda a empezar a justificar su alto precio: 649 euros para empezar a hablar. Suelen ser más, luego lo entenderán.
La configuración inicial es muy sencilla, lo esperable en un dispositivo de usos reducidos. En menos de cinco minutos ya estaba comenzando a escribir, probando los distintos pinceles y las herramientas disponibles.
Y ahí viene la primera sorpresa. Quizás resulte obvio, pero con el uso uno cae en la cuenta: los colores del reMarkable Paper Pro no tienen nada que ver con los de una tablet al uso. Son suaves, apagados, como pintar con acuarela sobre papel reciclado. Hay quien dice que le encanta. No es mi caso, ojalá algo más de vida. Cuestión de gustos, supongo.
Escribiendo a mano
Escribir en el reMarkable Paper Pro es… diferente. No es mejor ni peor que su predecesor, el reMarkable 2, solo diferente. El nuevo Marker, el lápiz, tiene una punta algo más dura y se desliza más fácilmente sobre la pantalla. Habrá quien extrañe la resistencia del modelo anterior, ya que simulaba una mejor fricción, como en el papel de verdad. En mi caso, creo que prefiero esta, más suave.
Lo que sí me ha convencido del todo desde el principio es el efecto de los colores al escribir. No aparecen de inmediato, sino que hay un pequeño retraso entre el momento en que trazamos una línea y el instante en que el color termina de asentarse en la pantalla.
Al principio pensé que era mero lag, luego entendí que es una animación que simula el efecto de la tinta secándose ante nuestros ojos, o el grafito terminando de asentarse. Es bastante hipnótico y añade cierta naturalidad a la escritura frente a la inmediatez de un iPad Pro, por ejemplo.
Las sorpresas agradables…
La retroiluminación frontal es un añadido que hacía mucha falta. Hay quien defendía que el reMarkable 2 estaba bien sin luz, honestamente yo no podía entenderlo. El reMarkable Paper Pro sí trae retroiluminación, aunque intencionalmente tenue: la justa para poder tomar notas en condiciones de baja luz.
No es que me lleve el reMarkable Paper Pro a la cama para anotar nada, pero hay escenarios poco habituales donde esa retroiluminación marca la diferencia entre que sea usable o no. Me ocurrió en un avión en el que volaba de noche, la mayoría dormían, las luces se apagaron y apenas se veía nada. Sin la pantalla iluminada no hubiese podido usarlo en un rato que era idóneo para lo que quería hacer con él.
La gran autonomía del reMarkable Paper Pro no es exactamente una sorpresa, pero acostumbrado a dispositivos de carga nocturna imperativa, siempre se agradece una autonomía de días y días de uso.
El nuevo Marker necesita carga, claro, pero la recibe de forma magnética, en un bisel, como el Apple Pencil, así que nunca será un problema encontrarlo sin batería.
…y los compromisos
No todo es perfecto, claro. El reMarkable Paper Pro es una herramienta especializada, no una tablet todoterreno. Su precio, en cambio, compite contra las segundas, que pueden hacer algo similar a lo que hace ella… y muchísimo más.
Además, la pantalla de tinta electrónica tiene sus limitaciones: hay cierto retraso al pasar páginas o cargar documentos, y los colores, aunque útiles, son muy limitados –y apagados– en comparación a los de cualquier panel LCD u OLED.
Y volvemos al asunto del precio. Por 649 euros (y más si quieres añadir el Marker Plus, la funda oficial o el teclado Type Folio) más o menos puedes conseguir un iPad Air o una tablet similar con Android.
Pero esa es precisamente la cuestión: el reMarkable Paper Pro no pretende hacer de todo, sino hacer una sola cosa bien. Y de paso, ahorrarte las distracciones que supone una tablet. En ese sentido también quiere ser lo más parecido posible al papel.
En la rutina
En mi día a día habitual no suelo escribir manualmente así me aten de pies y manos, así que tuve que crearme una nueva rutina para probar el reMarkable:
- Un amigo me pidió que leyera su libro aún por publicar para darle feedback, me vino de perlas para tomar notas en él.
- Dibujar esquemas de artículos largos o puntos a tocar en el guión del podcast en él.
- Tomar notas en reuniones antes de sintetizar luego el contenido de cada una en mi Notion.
La ausencia de distracciones (no hay notificaciones, ni apps, ni la suma de ambas: tentaciones) hace que sea mucho más fácil mantener el enfoque en la tarea en cuestión.
La organización de los documentos es muy intuitiva, aunque echo de menos algunas funciones un poco más avanzadas. Por ejemplo, poder crear subcolecciones dentro de las carpetas, o vincular notas entre sí, algo que sería muy útil y que cualquier aplicación de notas ya incorpora (Notion, Craft, Notas…).
La sincronización con otros dispositivos funciona genial mediante la aplicación reMarkable, y hace muy fácil tanto acceder a las notas desde el móvil o el ordenador como enviar archivos inmediatamente al dispositivo. Incluso haciendo una foto a un documento en papel para que aparezca en él como un PDF más. Y luego hasta podemos trabajar sobre él gracias al uso de capas. Es fantástico.
Para quién es y para quién no
Tras este tiempo de uso, tengo muy claro que el reMarkable Paper Pro no es para todo el mundo.
❌ Si buscas algo en lo que tomar notas y prefieres la versatilidad, hay decenas de opciones estupendas en las que tomar notas, pero también ver películas y series, acceder a webs, consultar el correo, escuchar música, leer, etc. Incluso más baratas.
✅ Si tomas muchas notas a mano, necesitas leer y anotar en documentos de forma habitual, y valoras la experiencia de escribir sin distracciones en lo más cercano posible al cuaderno tradicional… en ese caso el reMarkable Paper Pro puede ser una inversión que vale la pena considerar.
reMarkable Paper Pro, la opinión de Xataka
El reMarkable Paper Pro es un dispositivo fascinante. Ocupa un nicho muy muy específico en el mercado. No es perfecto –vaya precio, el retraso de la tinta electrónica a veces frustra–, pero es extraordinariamente bueno en lo que hace… y certero en lo que no: es imposible distraerse trabajando con él.
Lo que más me impresionado no es ninguna función concreta, sino cómo el conjunto crea una experiencia coherente, satisfactoria. Es un dispositivo que te hace querer usarlo, resulta magnético, invita a escribir e invita a pensar. En un mundo donde la tecnología suele ser una distracción más que una ayuda reflexiva, es algo que celebrar y reconocer.
¿Es el reMarkable Paper Pro el futuro de la escritura digital? Probablemente no, portátiles y tablets son demasiado convenientes. Pero es un vistazo muy interesante a cómo la tecnología puede preservar y mejorar una experiencia tan analógica como la escritura manual en lugar de simplemente reemplazarla.
No será un dispositivo masivo, pero ejecuta con maestría la vocación del nicho al que se dirige. No formo parte de él, pero en cierta forma lo echaré de menos.
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