Hay dos tipos de superyates en el planeta. Los que están amarrados en un puerto porque su dueño multimillonario ha hecho una parada para hacer unas compras, y los que están amarrados en un puerto porque su dueño multimillonario hizo una parada y jamás regresó. La historia que vamos a contar ahora tiene que ver con el segundo tipo, y tiene todos los ingredientes para ser el comienzo de una película. El género es más complicado.
El yate. De entre todo el lujo que podemos encontrar en el Club de Mar de Palma, un exclusivo puerto de embarcaciones de la isla donde también «paran» Zuckerberg o Bezos, , hay uno que destaca sobremanera. Llamado Tango, cada día aparece religiosamente una tripulación para ponerlo “guapo” y prepararlo para comenzar la ruta, pero jamás sale de su amarre.
Tango, de 78 metros de eslora, con piscina, cine al aire libre y salón de masajes, es una de las joyas salidas de los astilleros holandeses Feadship, pero vive en una especie de jaula de oro, y el único recorrido por mar que ha realizado desde abril de 2022 fueron los poco más de cien metros que separan Astilleros de Mallorca, donde fue intervenido mientras era sometido a una puesta a punto, hasta el Club de Mar, recorrido que realizó remolcado el 1 de septiembre de 2022. La culpa, su conexión con Rusia.
La intrahistoria. En los últimos 20 años, el uso de sanciones económicas ha aumentado significativamente, con Estados Unidos imponiendo restricciones a más de 15.000 personas, empresas y gobiernos. Dichas sanciones afectan a aproximadamente un tercio de los países del mundo.
Un ejemplo notable de cómo funcionan estas sanciones es el caso del multimillonario ruso Viktor Vekselberg, sancionado por supuesto vínculo con el régimen de Vladimir Putin, específicamente por operar en el sector energético ruso. Vekselberg dirige el Grupo Renova, un conglomerado ruso con intereses en metalurgia, maquinaria, energía, telecomunicaciones y otros.
Modus operandi. El proceso de sanciones comienza cuando Estados Unidos identifica una amenaza para la seguridad nacional, la política exterior o la economía del país. En el caso que nos ocupa, la invasión rusa de Crimea en 2014 o la Guerra de Ucrania, la cual activó una serie de sanciones que afectaron a la élite financiera rusa, incluyendo la de Vekselberg en la lista de Nacionales Especialmente Designados y Personas Bloqueadas del Departamento del Tesoro en 2018.
El movimiento significó que empresas y bancos, tanto de Estados Unidos como de otros países, se vieron legalmente impedidos de hacer negocios con él. Esto no solo congeló sus cuentas bancarias, sino que también le impidió gestionar activos internacionales, como, y aquí viene la conexión con Mallorca, con su yate de lujo Tango, valorado en esos 90 millones de dólares.
Intentos de “evasión”. Qué duda cabe, entrar a formar parte de la lista de sancionados complicó la vida de Vekselberg. Para esquivarlas, sus asociados y gente de confianza trataron de ocultar su conexión con ciertos activos, utilizando identidades falsas para seguir operando.
En un ejemplo que terminó en detención, un colaborador en Suiza supuestamente encargó artículos para un yate ficticio llamado «Fanta». Según las autoridades de Estados Unidos, Fanta era en realidad Tango, y el contacto terminó acusado. Sea como fuere, el gobierno de Estados Unidos mantuvo una vigilancia estricta sobre sus transacciones y, aparentemente, descubrió que sus aliados utilizaban bancos estadounidenses para pagar el mantenimiento del yate, violando así las sanciones.
Confiscamos barco. Así llegamos al mes de abril de 2022, momento en que el Departamento de Justicia de Estados Unidos logró vincular el yate a esas actividades ilegales y emitió una orden para confiscarlo. Con la cooperación de las autoridades españolas, el Tango fue incautado en Palma de Mallorca.
Han pasado poco más de dos años desde que Tango fue “arrestado” en el puerto con la ayuda del FBI y el Departamento de Seguridad Nacional, y allí permanece. El barco de lujo no se ha vendido y le está costando al gobierno estadounidense una pequeña fortuna en mantenimiento.
Vendemos barco. Hablamos de más de 20 millones de euros, una cifra tan abrumadora que ha llevado al gobierno de Estados Unidos a una decisión lógica: ponerlo a la venta. El problema es que por ahora no ha encontrado nuevo dueño, y su caso recuerda al que llevó a la pequeña isla caribeña de Antigua a una situación ciertamente desesperada. Entonces y como aquí, otro oligarca ruso se quedó sin su yate por sanciones estadounidenses, y Antigua estuvo a punto de arruinarse al hacerse cargo de los gastos.
Claro que Tango es algo diferente. Pertenecía a un oligarca ruso al que Estados Unidos ha tratado de aislar económicamente como a tantos otros con la guerra de Ucrania de fondo.
Ironías de la vida, el barco le está haciendo sangrar la billetera a los estadounidenses.
Imagen | GoodFon, Maarten Visser
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