De todos los temas que obsesionan a Elon Musk, hay dos en los que no ha cambiado de opinión desde que dirige SpaceX y Tesla : 1) la humanidad tiene que colonizar Marte para convertirse en una especie multiplanetaria, y 2) toda la actividad humana podría abastecerse exclusivamente de energía solar.
El empresario reiteró esta convicción hace unos días en su perfil de X, añadiendo que a la gente le resultaría obvia si entendiera los cálculos:
«Una vez que se entiende la escala Kardashev, resulta absolutamente obvio que toda la generación de energía será esencialmente solar.
Basta con hacer los cálculos para la energía solar en la Tierra y pronto te das cuenta cuenta de que un rincón relativamente pequeño de Texas o Nuevo México puede suministrar fácilmente toda la electricidad de Estados Unidos».
La escala Kardashev, propuesta en 1964 por el astrofísico ruso del mismo nombre, mide el nivel de desarrollo tecnológico de una civilización según la cantidad de energía que es capaz de utilizar. La humanidad, la única civilización que conocemos, ni siquiera llega al primer nivel:
- Tipo I: Civilización Planetaria. Pueden gestionar y aprovechar de manera eficiente toda la energía disponible en su planeta de origen
- Tipo II: Civilización Estelar. Son capaces de utilizar y almacenar toda la energía de su estrella anfitriona. Civilizaciones que podrían haber construido auténticas megaestructuras alrededor de su estrella para capturar la mayor parte de la energía solar, como la hipotética Esfera de Dyson
- Tipo III: Civilización Galáctica. Pueden controlar y aprovechar la energía de millones de estrellas dentro de su galaxia
Aunque es más popular en la búsqueda de vida extraterrestre que en el sector energético, Elon Musk emplea la escala Kardashev para advertirnos de lo poco aprovechado que tenemos el Sol. Según sus cálculos, un área de apenas 2,5 kilómetros cuadrados en la Tierra recibe 2,5 GW de energía solar. Y en el espacio exterior, más allá del escudo magnético de la atmósfera, un 30% más.
«Teniendo en cuenta la eficiencia de los paneles solares (de un 25 %), la densidad de empaquetamiento (de un 80%) y las horas de luz diurna utilizables (unas 6), sería razonable obtener 3 gigavatios-hora de energía cada 2,5 kilómetros cuadrados», escribió Musk. «Matemáticas fáciles, pero casi nadie hace estos cálculos básicos».
No es tan fácil
Los cálculos de Musk no van desencaminados, pero obvian los desafíos técnicos y económicos a los que se enfrenta la industria fotovoltaica.
La energía solar creció un 73% el año pasado, hasta alcanzar una capacidad total de 3.870 GW en todo el mundo. Es la fuente de energía que más crece, más incluso de lo que la energía nuclear creció en su momento de mayor auge. Pero ni siquiera los países que más paneles solares instalan, como China, Estados Unidos o, sin ir más lejos, España, han podido abandonar otras fuentes de energía no renovables como los combustibles fósiles.
No es un problema de capacidad, sino de intermitencia. La capacidad de generar energía de los paneles solares se reduce en días nublados o muy calurosos, por los límites de la propia electrónica. A día de hoy, estas fluctuaciones serían impracticables para la red eléctrica si no hubiera plantas capaces de generar energía a demanda, como las centrales térmicas a base de gas natural o las centrales nucleares. La red eléctrica tiene que ser flexible.
Visto de otro modo, es un problema de almacenamiento. La intermitencia no pondría en riesgo el suministro de la red si tuviéramos decenas de GWh en capacidad de almacenamiento. Un poco en hidrógeno verde, otro poco en embalses, pero sobre todo en parques de baterías. El tema es que las instalaciones de baterías no han crecido al mismo ritmo que los paneles solares porque son caras y no hay suficientes incentivos para el almacenamiento.
En China, muchas provincias obligan a instalar baterías con cada nueva instalación solar, pero estas baterías apenas se usan. La luz ya es muy barata y almacenarla no siempre es rentable. Un problema similar a lo que ocurre en Europa: las renovables han hecho que el precio de la energía esté muchas veces a cero o incluso en negativo, almacenarla no sale a cuenta.
Mientras resolvemos estos problemas con nuevos cambios en el mercado eléctrico para adaptarlo a los tiempos que corren, seguimos en esa etapa de transición que nos impide definirnos como una civilización de Tipo I, de esas que son capaces de aprovechar manera eficiente toda la energía disponible en su planeta de origen.
Imagen | Elon Musk, NASA
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