La semana pasada China “contestaba” al mayor ataque de Estados Unidos a su industria de los chips de forma radical: prohibiendo la exportación de galio y otros minerales críticos. La guerra comercial entre ambas naciones había escalado a un nuevo nivel, un giro preocupante para todo, desde las renovables hasta la construcción de dispositivos básicos. Lo que no sabíamos es que el alcance iba mucho más allá. Incluso para influir de forma clave en la guerra de Ucrania.
El embargo y la novedad. Primero fue el New York Times. El medio contaba que la prohibición china tenía letra pequeña. Sí, la nación había implementado un embargo de exportación sobre cuatro minerales críticos esenciales para los semiconductores. A saber: galio, germanio, grafito y antimonio. Pero había más.
La acción no solo iba dirigida a Estados Unidos. Por primera vez, la medida incluía una prohibición explícita de transbordo, restringiendo el acceso a empresas de terceros países que pudieran transferir estos minerales a Estados Unidos. Un enfoque que marca un precedente en la regulación de exportaciones de China y supone una escalada inédita en las tensiones comerciales con Estados Unidos.
Impacto. El más inmediato es que la prohibición china amenaza con dividir aún más las cadenas de suministro globales, obligando a las empresas a elegir entre los mercados chino y estadounidense. Aunque algunas compañías ya habían almacenado estos minerales en previsión de la medida, China sigue dominando la minería y refinado de estos materiales, así como de compuestos superduros utilizados en semiconductores y municiones.
Veto al dron. Poco después fue Bloomberg el que contaba que las restricciones eran mayores. Al parecer, China también ha comenzado a limitar las exportaciones de componentes clave para drones. Hablamos de motores, baterías y controladores de vuelo, elementos esenciales para la defensa de Ucrania.
Estas restricciones, que podrían expandirse a un embargo total en enero como preámbulo de regulaciones más amplias, impactan directamente a empresas en Estados Unidos y Europa, complicando la producción de estos dispositivos bélicos en un contexto donde son cruciales en el conflicto ucraniano.
Las cadenas de suministro. Según el medio, las restricciones han reducido drásticamente el acceso a piezas económicas producidas en China, una nación que domina el 80% del mercado global de estos aviones no tripulados. La situación está obligando a fabricantes occidentales a buscar proveedores alternativos en regiones como Corea del Sur y Japón, pero a pesar de estas iniciativas, los productores ucranianos aún dependen en gran medida de componentes chinos para fabricar drones económicos utilizados en el conflicto con Rusia.
De hecho, las restricciones también están afectando la producción de modelos más avanzados en Europa y Estados Unidos, y a Ucrania no le ha quedado otra que potenciar sus propias fabricaciones.
Tensión geopolítica. Que duda cabe, las restricciones chinas son una respuesta directa a las medidas estadounidenses, como las sanciones a empresas de la nación relacionadas con la industria militar y las restricciones a semiconductores avanzados. No solo eso. También reflejan una creciente disputa tecnológica y comercial entre las dos potencias, una que incluye sanciones cruzadas a empresas clave como DJI y Shield AI.
A este respecto, Beijing ha negado suministrar armas a Rusia, aunque como veremos a continuación, hay informes occidentales que sugieren que muchos de los componentes chinos se están utilizando en drones y maquinaria de ataque rusos.
Flujo de bienes de doble uso. Estos informes detallan que China se ha convertido en el principal proveedor de bienes de doble uso sancionados para Rusia, incluyendo microchips, componentes de drones y herramientas CNC, esenciales para las capacidades militares. En 2023, la nación suministró aproximadamente el 90% de estos productos prioritarios según el G7, aumentando drásticamente su participación desde el 30% en 2021. Estos bienes llegan a Rusia como productos chinos o mediante re exportaciones, sorteando sanciones occidentales.
Aunque Beijing evita proporcionar “armas letales” a Rusia, sus exportaciones indirectas, como componentes electrónicos, refuerzan significativamente la industria militar rusa. Además, el apoyo permitiría a China mantener una «distancia crítica» para proteger su reputación internacional y evitar sanciones adicionales, al tiempo que fortalece su alianza estratégica con Moscú.
Economía militar. Así las cosas, las exportaciones de bienes críticos, como semiconductores, han impulsado sectores clave de la defensa rusa, desde sistemas de radar hasta drones de ataque. Sin embargo, la dependencia de Moscú a estos bienes también eleva los costes, ya que China cobra precios más altos por la creciente necesidad de suministro.
En definitiva y como vemos, en estos momentos se juega una lucha a varias bandas en clave geopolítica. China parece clave en este sentido, ya que parece estar desempeñando un papel fundamental en el sostenimiento de la maquinaria bélica rusa en detrimento de Ucrania mediante el suministro de bienes de doble uso, mientras se prohíben elementos clave para la maquinaria bélica (drones). Todo ello, además, mientras equilibra cuidadosamente sus intereses geopolíticos y económicos.
Por su parte, occidente ha intensificado las sanciones mientras vislumbra una posible única salida, con Estados Unidos a la cabeza: diversificar las cadenas de suministro y reducir las opciones para países que dependen de componentes chinos en sectores clave como la defensa y la tecnología.
Imagen | Gary Lerude, Morning Calm
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