El magnesio es un elemento esencial para nuestro cuerpo. Interviene en numerosos procesos bioquímicos que nos mantienen con vida.
Es utilziado por unas 300 enzimas para llevar a cabo las reacciones químicas que nos permiten sintetizar proteínas. También es un conductor eléctrico utilizado por nuestro sistema motor. El elemento también desempeña un papel importante para nuestros huesos, de hecho más de la mitad del magnesio que podemos encontrar en nuestro cuerpo está en el esqueleto.
El déficit de magnesio puede acarrearnos problemas. Esta carencia se ha asociado a una mayor probabilidad de sufrir migrañas, problemas óseos, depresión o diabetes. También se ha asociado a problemas en el sistema cardiovascular y enfermedades cardiacas.
Y es que el magnesio es también importante para el correcto funcionamiento de nuestro sistema cardiovascular. No es de extrañar sabiendo esto que los suplementos de magnesio se hayan propuesto como modo de controlar uno de los indicadores clave de nuestra salud cardiovascular: la presión sanguínea. La pregunta que sigue es evidente: ¿funciona?
Pues la respuesta es que sí, hay evidencia de el magnesio puede utilizarse para reducir nuestra presión sanguínea, pero como de costumbre también hay letra pequeña que debemos leer.
Tal y como explica en un artículo Julie Corliss, editora ejecutiva de la Harvard Heart Letter, el regulador estadounidense encargado de velar por la seguridad de fármacos y alimentos, la FDA (Food and Drug Administration), tomaba la decisión de permitira los fabricantes y distribuidores de suplementos de magnesio mencionar que el consumo del suplement, a partir de enero de 2022, o podía ayudar a controlar la presión sanguínea.
Había un pero: debía hacerse mencionando que las pruebas eran “inconcluyentes pero no consistentes”. Corliss señalaba que resultaba conveniente priorizar el objetivo de obtener nuestro magnesio a través de una dieta equilibrada, incluso recurriendo a alimentos enriquecidos con el elemento.
La estrategia cuenta con la ventaja de poder recurrir a alimentos también ricos en fibra y bajos en sodio. Importante si tenemos en cuenta que el papel de este último elemento es clave para nuestra presión sanguínea.
Afinando el conocimiento
Entonces, ¿cuáles son las pruebas a favor del magnesio como forma de control de la presión sanguínea? La principal es un estudio publicado este mismo año en la revista Current Therapeutic Research.
Se trata de una “revisión paraguas” sobre el impacto de los suplementos de magnesio sobre la presión sanguínea. Una “revisión paraguas” es una revisión de la literatura científica que incluye otras revisiones sistemáticas entre los textos analizados en lugar de (o junto con) experimentos y estudios primarios. El estudio era también un meta-análisis, lo que quiere decir que la revisión no era solo cualitativa sino también cuantitativa.
En sus conclusiones, el estudio indica la existencia de una reducción “pequeña pero significativa” de la presión sanguínea sistólica y diastólica. Los efectos eran más notorios en dosis altas (más de 400 mg/día) y cuando el tratamiento se prolongaba en el tiempo (más de 12 semanas). Aunque los resultados fueran positivos, el equipo responsable del trabajo también advertía de factores a tener en cuenta.
Como por ejemplo que el magnesio no puede ser utilizado como terapia por sí mismo, sino que debe ser utilizado como complemento de otros fármacos. También indicaban la necesidad de nuevos estudios que analizaran el efecto del suplemento cuando existían comorbilidades, es decir, otras enfermedades que pudieran alterar esta relación.
El magnesio por tanto puede ayudarnos a mantener bajo control nuestra preisón sanguínea pero, si no es ante consejo médico, es probable que podamos obtener nuestro magnesio de fuentes alimenticias antes de recurrir a los suplementos. Entre los alimentos ricos en magnesio podemos encontrar frutos secos como las almendras o los cacahuetes, legumbres como las alubias y la soja, y otros alimentos como el arroz integral, carne de res o pollo, salmón, plátano, chocolate (oscuro), y algunos lácteos.
Eso quizás nos ayude a ahorrar dinero ya que el magnesio es en general un suplemento con pocos efectos nocivos. El consumo excesivo de magnesio puede, en determinadas circunstancias, resultar nocivo.
Las personas con problemas renales pueden tener dificultades para eliminar el exceso de magnesio de su cuerpo. Esto es una circunstancia no muy frecuente, generalmente nuestro cuerpo toma el magnesio que requiere y desecha el resto. Es cuando no lo hace que pueden surgir problemas.
Problemas que también requieren que consumamos más magnesio del que los alimentos nos ofrecen, ya que nuestro sistema es más capaz de gestionar estas aportaciones. Esta aportación excesiva de magnesio puede venir de los suplementos o de algunos fármacos que lo contengan, como algunos laxantes y antiácidos.
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Imagen | Beelith USA / SHVETS production
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