Durante décadas (siglos o incluso milenios) el Ártico ha sido un «sumidero natural de carbono». Según las últimas estimaciones, solo el permafrost almacena hasta cuatro veces más dióxido de carbono que todo lo que ha emitido el ser humano en la época moderna. La tundra ha sido una pieza clave del equilibrio climático del planeta.
Ahora la situación ha cambiado.
¿Ha cambiado? Eso concluye el «Arctic Report Card 2024«, el informe de referencia sobre los cambios climáticos del Ártico que elabora la NOAA (Agencia Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos). En él, tras señalar que las temperaturas anuales del aire de la región alcanzaron este año el segundo nivel más alto desde 1900, detallan que hemos cruzado un punto de inflexión sin precedentes.
Por primera vez desde que tenemos constancia, la tundra ártica «está emitiendo más carbono del que almacena», explicaba el administrador de la NOAA, Rick Spinrad, en la presentación del informe.
Los cambios van más allá, por supuesto: a las altas temperaturas y los incendios forestales, se le suma la disminución de grandes manadas de caribúes y el aumento de las precipitaciones están cambiando radicalmente el paisaje de la biorregión.
Por si fuera poco, según los datos recogidos por 97 científicos de 11 países, la variabilidad local y regional de estos cambios está siendo altamente impredecible. Esto hace que animales, plantas y humanos se estén volviendo completamente locos: es decir, una degradación en cascada muy difícil de solucionar.
El Ártico empieza a soltar carbono. Según la NOAA, desde 2003 los incendios circumpolares han emitido una media de 207 millones de toneladas de carbono al año. A eso, hay que sumar los casi 400 millones de toneladas de carbono que emitieron los incendios de Canadá en 2023.
Esto no puede disociarse de la idea de que «nueve últimos años fueron los más cálidos jamás registrados en el Ártico» y que «el pasado verano resultó ser el más húmedo».
¿Qué podemos esperar? Esa es una de las grandes cuestiones que hay encima de la mesa: durante años, la región ártica ha sido una amenaza latente en el contexto del cambio climático. Ahora ha dejado de ser latente: en los próximos años vamos a ver si todos esos modelos que nos avisaban sobre los peligros de descongelar el norte estaban en lo cierto.
Y lo vamos a ver de la peor forma posible.
Imagen | Annie Spartt / Clima.gov
En Xataka | Por qué el permafrost puede ser la gran amenaza del cambio climático en los próximos años
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