El magnesio es un elemento necesario para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Desde nuestros huesos hasta nuestro sistema nervioso, son muchos los procesos que requieren de este mineral.
En general obtenemos el magnesio que necesitamos de nuestros alimentos, pero existen suplementos de magnesio destinados a personas que, por una u otra circunstancia, presentan un déficit del elemento. Sin embargo estos suplementos son consumidos por un espectro más amplio de la población, más allá de aquellas personas que los requieren para mantener su salud.
Entre otros motivos, el magnesio es consumido por personas que quieren dormir mejor. La pregunta es: ¿funciona? La respuesta es algo compleja.
Primero un poco de teoría. Los suplementos de magnesio pueden ser de varios tipos en función del compuesto que utilicen para administrarlo. Entre estos compuestos se encuentran el aspartato de magnesio, citrato de magnesio, lactato de magnesio o cloruro de magnesio.
La teoría sugiere que estos suplementos, consumidos antes de acostarnos, nos ayudarían a relajarnos y así lograr un sueño más reparador. Esto se debería a la interacción entre este mineral y los receptores del acido gamma aminobutirico (GABA), un neurotransmisor inhibitorio del sistema nervioso central. Esta molécula desempeña un papel clave en la modulación de la ansiedad y en el sueño.
Otra vía en la que el magnesio podría facilitarnos el sueño tiene que ver con la melatonina. El magnesio es fundamental para los procesos bioquímicos realizados por más de 300 enzimas en nuestro cuerpo. Entre estos procesos estaría la sintetización de la melatonina, la “hormona del sueño”.
Existen varios estudios que secundan el papel del magnesio como ayuda para el sueño en humanos. El primero fue publicado en 2011 en la revista Journal of the American Geriatrics Society. Medía el impacto en el sueño de un suplemento que combinaba magnesio (225 mg), melatonina (5 mg) y zinc (11,25 mg). Aunque los resultados fueran positivos resulta imposible determinar el efecto marginal del magnesio dentro de esta combinación.
Otro estudio, este más relevante, es el publicado en 2012 en la revista Journal of Research in Medical Sciences. El experimento aleatorizado y de doble-ciego se realizó con 46 participantes de edad avanzada a quienes se administró durante ocho semanas bien un suplemento de 500 mg de magnesio, bien un placebo.
Los resultados mostraron una mejora significativa en la calidad del sueño del grupo experimental en contraste con el grupo placebo. Esta mejora se vio reflejada en un mayor tiempo durmiendo, mayor eficiencia del sueño, mayor cantidad de melatonina producida y mayor abundancia de renina.
Escasa evidencia
Aún así la evidencia científica sobre el funcionamiento de este suplemento en el campo del sueño es limitada. Una revisión sistemática de la literatura y metaanálisis publicada en 2021 en la revista BMC Complementary Medicine and Therapies señalaba esta limitación.
Este “estudio de estudios” analizó tres ensayos realizados en las décadas previas, incluyendo el publicado en 2012 y mencionado anteriormente. El análisis de los estudios determinó un alto riesgo de sesgos en los otros dos trabajos y concluyó que la evidencia científica no era suficiente como para que los profesionales de la salud realizaran recomendaciones basadas en ella.
En un artículo para la Oficina para la Ciencia y Sociedad de la McGill University, el biólogo molecular Jonathan Jarry incidía en lo fácil que es realizar asociaciones que expliquen esta hipotética relación entre el magnesio y el sueño. Sin embargo si esta teoría no está secundada por resultados empíricos, resulta de poca relevancia.
“Hay tantas moléculas en nuestro cuerpo en tantas formaciones, enlazadas con tal cantidad de eventos moleculares encadenados (…) [que resulta] fácil trazar el camino entre el magnesio y el sueño”, explica Jarry. “Los niveles fluctuantes de magnesio en el cuerpo también pueden afectar a la cantidad de hormonas que producimos, como la melatonina (…). Pero encontrar un mecanismo de acción no es sustituto de mostrar que los suplementos mejoran el sueño.”
Nos ayude o no a dormir, el magnesio es un componente esencial para nuestro cuerpo. Una alimentación variada suele ser suficiente para mantener estos niveles salvo que alguna condición médica lo impida. Entre los alimentos ricos en magnesio se encuentran frutos secos como las almendras o los cacahuetes; legumbres como las alubias y la soja; el arroz integral; carnes de res y pollo y pescados como el salmón; el plátano; el chocolate oscuro; o algunos lácteos, incluida la leche.
La buena noticia para quienes quieran experimentar consigo mismos para ver si el magnesio les ayuda a dormir es que se trata de un suplemento relativamente inocuo si se realiza un uso convencional y si no hay condiciones médicas que puedan alterar nuestra capacidad de metabolizarlo y depurar su exceso.
Imagen | Beelith USA / Monstera
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