Han pasado exactamente 20 años desde que la primera versión de Ubuntu vio la luz. Un 20 de octubre de 2004, Canonical lanzó Ubuntu 4.10. Se trataba de una distribución cuya misión era fomentar la adopción de Linux. Si bien el sistema operativo creado por Linus Torvalds en 1991 se utilizaba en una amplia variedad de aplicaciones, como servidores y sistemas industriales, estaba relativamente alejado del público general.
En aquellos tiempos, Microsoft dominaba el mercado mundial de los sistemas operativos de escritorio. Windows XP, con su nueva interfaz gráfica y funciones, se abría camino entre versiones anteriores del sistema, como Windows 98 y Windows 95. Si volvemos al tiempo atrás, el top 3 de las distribuciones de Linux más populares antes de lanzamiento de Ubuntu (2003) estaba integrado por Mandriva, Red Hat y Knoppix.
Mandriva intentó derribar una de las barreras que más limitaban el acceso de los usuarios sin conocimientos técnicos a Linux. Implementó un asistente de instalación que ofrecía una guía intuitiva durante todo el proceso. Red Hat estaba más orientado a entornos profesionales. Y Knoppix brindaba la posibilidad de utilizar el sistema sin necesidad de realizar una instalación gracias a una característica llamada Live CD.
Ubuntu, la versión de Linux que quería conquistar el mundo
Estas y otras distribuciones de Linux parecían ir por el camino correcto, pero un universo de distancia todavía las separaba del usuario medio. Mark Shuttleworth, un empresario de origen sudafricano, quería que Ubuntu se convirtiera en un éxito. Pero eso significaba combinar un montón de piezas. No solo se trataba de ofrecer una distribución amigable, sino también de financiar su desarrollo a lo largo del tiempo.
Desde su inicio, Ubuntu ha estado basado en Debian, que es la segunda distribución de Linux más antigua del mudo que sigue desarrollándose y que destaca por tu robustez. Lo que comenzó como un proyecto tremendamente ambicioso, pero mantenido por una pequeña comunidad, fue creciendo meteóricamente con el paso de los años, sumando colaboradores que han sido esenciales para su estatus actual.
El primer Ubuntu Developer Summit se desarrolló poco después del lanzamiento inicial en Mataró, España, que llegó acompañado de la fundación de las primeras comunidades locales que aparecieron en Portugal, Italia, Francia y Japón. En 2005, aproximadamente un año después de que Ubuntu apareciera en escena, la distribución encabezó el listado de las más visitadas de DistroWatch.com, superando a Mandriva y SUSE.
Una de las estrategias que Shuttleworth utilizó para dar a conocer Ubuntu fue poner en marcha el programa Ubuntu ShipIt. Seguro que muchos de vosotros recordaréis que en los primeros tiempos de la distribución era posible pedir CD de la distribución. El disco se enviaba de manera completamente gratuita a casi cualquier parte del mundo. Y llegaba acompañado de una pegatina para que pudieras presumir la distribución.
Ciertamente, esta era una posibilidad que se desprendía directamente de la filosofía de Ubuntu. Su nombre proviene de una palabra africana que significa “humanidad hacia los otros”. El slogan original del proyecto, de hecho, era Linux for Human Beings (Linux para los seres humanos). Así que podías acceder a Linux para tu ordenador, independientemente de su situación económica o si contabas o no con Internet.
En 2006 llegó Ubuntu 6.06 LTS (Dapper Drake), la primera versión con soporte a largo plazo de la distribución, seguido de versiones en 64 bits, y de versiones derivadas para usos específicos, como Kubuntu, que utiliza el entorno de escritorio KDE en lugar de GNOME, y Edubuntu, diseñada para su utilización en entornos educativos. Con el tiempo, Ubuntu incluso aterrizó en la tienda de Windows, algo impensado en el pasado.
Si venías de un sistema operativo de Microsoft o de Apple, Ubuntu se había convertido en una de las mejores opciones para dar el salto a Linux. Te encontrabas con una distribución robusta con muchas características interesantes. Había sido concebida con la experiencia de usuario en mente, algo que podías detectar desde el proceso de instalación hasta la interfaz de usuario. Incluso tenía su tienda de software incorporada.
La compatibilidad e instalación de aplicaciones se hizo muy sencilla. ¿Querías utilizar Slack? Pues podías hacerlo. Al igual que Steam, Visual Studio, Telegram, Spotify, y muchas aplicaciones que muchos usuarios de Windows y macOS acostumbran a utilizar. Todo esto con la versatilidad que ofrece un sistema Linux. Si querías más tan solo debías ponerte manos a la obra para sacarle máximo provecho al sistema operativo.
Canonical ha cumplido con su promesa de ofrecer el sistema de forma gratuita, aunque la compañía ofrece soluciones de pago para clientes profesionales. Ubuntu Pro, por ejemplo, es de uso sin cargo hasta cinco ordenadores en la misma organización. Superado este límite es necesario pasar por caja para adquirir una suscripción que ofrece mayor seguridad, herramientas de gestión y soporte extendido.
Según desde la perspectiva en que se lo mire, Linux todavía tiene un largo camino que recorrer, pero ha conseguido un crecimiento notable en los últimos años. A principios de 2020, este sistema operativo tenía una cuota de mercado de ordenadores de escritorio del 1,9%. Las cosas han cambiado mucho. En septiembre de 2024, según Statista, la cuota de mercado es el 4,5% (sin contar el 2,2% de Chrome OS).
Imágenes | Canonical (1, 2) | Shizhao | Kenny Strawn (Wikimedia Commons)
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