A China le toca lidiar con un desafío demográfico. Uno enorme y que se resume con solo dos cifras. Si las proyecciones dan en el clavo, en cuestión de una década el país acogerá a más de 450 millones de personas mayores de 60 años, el 32,7% de su censo, sensiblemente por encima del 20% de 2022. Tendencia opuesta seguirá su fuerza laboral, el conjunto de población en edad de trabajar. Las matemáticas muestran que esa franja no tardará en entrar en caída libre hasta situarse a mediados de este siglo en los niveles que manejaba el país en los años 80.
Ante semejante panorama, que se traduce en muchos más ancianos y menos trabajadores capaz de sustentarlos, el Gobierno de Xi Jinping ha decidido mover varias fichas. Una ha sido subir la edad de jubilación. Otra, animar a los mayores a trabajar como voluntarios y ayudar a las áreas menos desarrolladas del país.
¿Qué dicen las cifras? Que se avecinan curvas en la demografía china. Curvas peligrosas. Aunque el país perdió población en 2023 por segundo año consecutivo, con su menor número de nacimientos desde que hay registros, su auténtico desafío asoma en el horizonte: a medida que su población envejezca se encontrará con más ancianos y menos personas en edad de trabajar. Dicho de otro modo, el gigante asiático se repara para un futuro con más carga y menos aportes para sus arcas.
Hace unos meses, antes de replantearse la edad para retirarse, se estimaba que en solo diez años unos 300 millones de chinos alcanzarán la edad de jubilación, con lo que pasarán a engrosar la bolsa de población que ya ha cruzado esa barrera.
¿Hay más? Sí. Esa es solo parte del problema. World Bank ya ha detectado un ligero descenso en la franja de población de entre 15 y 64 años, pero las previsiones a medio plazo son aún menos halagüeñas. Las tablas de Statista muestran que para mediados de este siglo habrá en China 745,3 millones de personas en esa franja de edad (entre 15-64 años), lejos de los mil millones anotados hace años.
Tendencia opuesta seguirá la población mayor edad. Si en 2019 había 254 millones de personas con más de 60 años, para 2040 superarán ya los 400 millones.
Buscando soluciones. El panorama no es sencillo. De ahí que Pekín haya activado ya varias medidas. La más relevante, por su alcance, repercusión y sobre todo impopularidad, es ampliar la edad de jubilación en la nación por primera vez desde mediados del siglo XX. La idea es aplicar la subida de forma gradual a partir de 2025. En los hombres irá subiendo de los 60 a los 63 años en 2040.
Entre las mujeres, se pasará de 50 o 55 años, en función del tipo de tareas que desempeñen, hasta situarse respectivamente en 55 y 58. Otra medida adoptada por el Gobierno es animar a sus mayores a desempeñar trabajos de voluntariado.
Repensando a los mayores. La noticia la avanzaba hace unos días el diario South China Morning Post: el Gobierno ha emitido una serie de directrices para animar a las personas mayores a involucrarse de forma voluntaria en los servicios comunitarios. La idea es sencilla: que puedan contribuir con su experiencia a las regiones subdesarrolladas en un escenario demográfico complejo, marcado por el envejecimiento y la paulatina pérdida de población en edad de trabajar.
Para ser más precisos, SCMP asegura que el Comité Nacional sobre Envejecimiento alienta a las personas mayores a ofrecerse como voluntarios para actividades comunitarias. A las autoridades locales les encomienda que faciliten a las personas de mayor edad participar en patrullas, cuidado de niños, la asistencia a ancianos y asistir a discapacitados o niños del rural cuando sus padres trabajan. Un porcentaje elevado de mayores viven solos o con sus cónyuges en China.
«Siguen contribuyendo a la sociedad». Más allá de la teoría, la idea se trasladará a la práctica con medidas concretas. Por ejemplo, reservando para las personas mayores parte de los puestos de voluntariado en grandes citas o creando una plataforma online que haga más facil su organización. Otra de las propuesta del comité es seguir investigando y recopilar ejemplos que muestran «el espíritu de los mayores, que, como viejos corceles, siguen contribuyendo a la sociedad».
¿Una medida nueva? No del todo. Las directrices del Gobierno se centran en Silver Age Action, una iniciativa lanzada hace ya tiempo, en 2003, y que —recuerda la AARP— organiza a profesionales jubilados para que trabajen como voluntarios en las regiones occidentales y menos desarrolladas. La idea es sencilla: aprovechar su experiencia para impulsar el país. El enfoque era interesante hace 20 años. Y lo es ahora, con el motor demográfico gripado y la amenaza del envejecimiento.
Lo que se plantea el Comité Nacional, precisa SCMP, es «actualizar» e impulsar el programa Silver Age Action, «mejorando su calidad y eficacia para salvaguardar los derechos de las personas mayores a participar en el desarrollo económico y social». De ahí que el organismo haya pedido a las autoridades que tengan en cuenta la iniciativa en sus planes de cooperación entre provincias y de desarrollo local.
AARP calcula que en 2013, diez años después de la puesta en marcha de la iniciativa, cinco millones de profesionales de edad avanzaba habían participado como voluntarios en todo el país, beneficiando a unas 300 millones de personas y generando un valor de más de 1.200 millones de dólares, según la organización.
Envejecimiento… ¿Y oportunidad? El paulatino envejecimiento de la población y la pérdida de masa laboral supone un reto para China, pero también una oportunidad de negocio en el creciente mercado Silver Economy, el sistema que aprovecha el potencial de las personas mayores. En 2021 el propio Consejo de Estado animó a «fomentar de forma activa» la economía plateada del país.
The New York Times publicaba hace poco un amplio reportaje sobre esa floreciente economía en el que desliza un dato revelador: entre 2022 y 2023 cerraron en China más de 20.000 jardines de infancia y el número de maestros se redujo un 5% en apenas un año. Mientras, el número de centros de atención a personas mayores se ha disparado en poco tiempo, duplicándose desde 2018.
Imágenes | Galen Crout (Unsplash) y Chastagner Thierry (Unsplash)
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