La cordillera de los Himalayas tiene su origen en la tectónica de placas: hace miles de millones de años la placa que conforma el subcontinente Indio colisionó contra la placa Euroasiática. Desde entonces la placa comenzó a deslizarse bajo la otra, hundiéndose a la par que elevaba la placa asiática creando los picos más altos del mundo y otras importantes cadenas montañosas, entre ellas los vecinos Alpes.
Pero no debemos pensar en la elevación resultante como la suma de dos placas superpuestas: lo que ocurre ahí abajo es algo más complejo.
Destruyendo la corteza. Ahora, un nuevo estudio ha tratado de adentrarse en esta cuestión, para entender mejor qué pasa con la sección de corteza terrestre “enterrada” bajo la placa tectónica vecina. Estimaron que la colisión responsable de elevar el pico del Everest había destruido un 30% de la masa de la corteza implicada en esta colisión.
No solo el Himalaya. Algunas de las cadenas montañosas más importantes del mundo se formaron (algunas de hecho siguen creciendo por este fenómeno) a través de un proceso de subducción como el que hace que los Himalayas crezcan a razón de un centímetro al año. Los Alpes en Europa, los montes Zagros de Irán y Turquía son otros dos ejemplos de este fenómeno.
Los procesos de subducción en estas regiones implican que, al chocar dos placas tectónicas, una se desliza debajo de la otra, mientras que la segunda se “pliega” y eleva, formando importantes sistemas montañosos. Atrapada entre el manto terrestre y la nueva cordillera, parte de la materia que conforma la primera placa puede acabar derritiéndose y precipitándose al manto terrestre, como un goteo hacia capas más profundas de la Tierra.
Entre el 30 y el 64%. Las estimaciones del equipo señalaban que la pérdida de corteza en los Alpes podría ser de alrededor del 50% del volumen inicial. En el Himalaya y en los Montes Zagros por su parte rondaría el 30%, si bien en este último caso el límite superior de las estimaciones estaría en torno al 64%.
Este proceso, explica la coautora del estudio Ziyi Zhu, podría ser en parte responsable del rápido ritmo al que se elevan cordilleras como la del Himalaya. “Imagina una pieza de madera flotante con una capa de hierro unida debajo, la cual la sumerge parcialmente; si la capa de hierro se suelta, la madera ascenderá hacia la superficie”, explica Zhu.
Creando modelos.Para su estimación, Zhu y su equipo desarrollaron un modelo teórico que emulaba el balance entre masa y volumen del balance de corteza continental, para después compararlo con la cantidad de corteza que estaba engrosándose en el área, la que se estaba desplazando lateralmente y la que estaba desapareciendo a consecuencia de la erosión.
El equipo explicó los detalles del proceso en un artículo en la revista Earth and Planetary Science Letters.
Por arriba y por debajo. Para realizar sus estimaciones, el equipo tuvo que calcular también el grado en el que la erosión afectaba a los cambios en el grosor de este sistema. Lo hicieron a través del volumen de sedimentos acumulados en el entorno de estos montes. Observaron que la cantidad de materia arañada por este proceso era notablemente inferior a la destruida en las capas internas de este proceso.
La corteza “cortada”. Los resultados del último estudio son similares a los obtenidos recientemente por otro análisis geológico de la región. En este caso, el estudio hablaba de un proceso de subducción “cortante”, es decir, que el choque de placas no se resolvía con una placa plegándose sobre la otra sino con una cortando a la otra como una suerte de hacha geológica. El estudio fue presentado en la conferencia de la American Geophysical Union.
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Imagen | NASA
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